"¿Cómo puedes saber qué es verdadero y qué es falso si lo miras todo desde lejos, pues en tu saber tan solo te nutres de las palabras de los hombres?"

Stefan Zweig. Los ojos del hermano eterno

 

La hora de la verdad siempre ha sido el sinónimo del momento decisivo e inapelable. Hoy, que escribo por primera vez en este 2019, no sabría si hablar del año que se inicia como del año de la verdad, para referirme a aquel en el que las cartas quedarán sobre la mesa de la justicia, tiene sentido. Lo irremisible, lo decisivo, puede ser que todo quede cubierto ahora por el velo profundo de este instante en el que la verdad ya no importa a casi nadie. No les importa, sobre todo, a los que tienen tanto que ganar con su muerte. Esa es la inapelable sentencia contra la que lucha el mundo occidental, en general, y nuestras cosas más cercanas, en particular.

Si nos atenemos a la más estricta actualidad, el año que comienza nos traerá desde luego hechos graves y decisivos que han de marcar de forma inevitable el destino de todos, en Catalunya, en España, en Europa y en el resto del mundo. Cada uno de ellos, además, en su devenir influirá en el resto no como un efecto mariposa, sino con la fuerza de un ariete perfectamente dirigido. En unas tres semanas dará inicio uno de los juicios más importantes de la historia penal del país, con una carga política tan grande que nadie puede estimar sus consecuencias. La justicia penal española solo ha vivido, al menos recientemente, otro procedimiento siquiera similar y fue el de los atentados del 11 de marzo. No existe ninguna conexión en el motivo de procedimiento, pero me permito recordarles que debido a que el Partido Popular se aferró electoralmente como a un clavo ardiendo a las teorías de la conspiración sobre el atentado y a que utilizó toda su artillería mediática y política para conseguir que la acción de la justicia abonara sus espurias posiciones y, por tanto, mejorara su posición electoral, de hecho, el juicio se convirtió en un campo de batalla mediático, político, electoral y hasta personal. La vida de muchas personas cambió con él. Hubo beneficiados, premiados, represaliados y hasta desaparecidos de la vida activa y civil a cuenta de lo que antes, durante y después de sus sesiones sucedió.

El juicio por el 1-O se le parecerá en muchas cuestiones. Los que vivimos aquello desde cerca o desde dentro, y Gonzalo Boye por ejemplo lo hizo, nos damos perfecta cuenta de cuántas circunstancias en común tiene el desarrollo de ambos procedimientos y cuántas de las cosas que vimos van a repetirse en el inicio de esta singular y decisiva vista. De momento, los equipos mediáticos están ya conformados. Nunca hasta el 11-M, los medios de comunicación se habían convertido en gladiadores con camiseta del equipo correspondiente con tanta claridad y tanta intensidad.

El juicio por el 1-O se parecerá en muchas cuestiones al juicio por el 11-M

Lo mismo va a suceder en el 1-O. La distribución de fuerzas será diferente y por diferentes motivos, pero va a provocar efectos muy parecidos. Un juicio tiene toda una liturgia, en sus partes, en su desarrollo, en el momento para cada cosa y la cosa para cada momento. Cuando a partir previsiblemente del día 21 comiencen las sesiones, volveremos a asistir a la pelea gruesa por el instante. Habrá frentes mediáticos y políticos que bruñan cada frase que les parezca conveniente para ganar lo que constituye un segundo frente, el juicio de la opinión pública. Tímidamente y de forma aislada, en medio, quedarán o quedaremos algunos especialistas que nos empeñamos en querer explicar el verdadero alcance o la importancia irrisoria de esos titulares que servirán de dardos y de espadas, de mazos y de martillos para unos y otros.

Como ya avanzamos, las vistas orales van a ser emitidas en directo, lo cual será muy bueno para todos aquellos que, sabiendo y queriendo saber, sean capaces de seguirlas y de entender perfectamente lo que allí sucede. Sin embargo, también servirán para que aquí o allá algunas frases sean extraídas, cortadas o descontextualizadas para hacer decir a unos y a otros, en informativos y vídeos virales, lo que aparentemente hablaron, pero quizá no dijeron. Porque no se trata solamente de hacer que la verdad prevalezca en una sentencia tras un juicio justo —en este caso, además, las posibilidades de que las armas de litigio sean efectivas es muy remoto—, sino de lo que los norteamericanos hacen tiempo que saben decisivo: “gestionar el proceso de comunicación antes y durante el curso de cualquier procedimiento con el fin de influir en el resultado o en el impacto sobre la reputación del cliente”. O, mucho más allá de la del cliente o de la del acusador o del juzgador, de lo que todos ellos representan en términos de disputa política.

Mucho va a depender también de cómo se enfoquen las estrategias en la sala. No es lo mismo que los letrados se decidan por la defensa técnica, por la defensa que ponga en valor los componentes políticos o por aquellos que han hablado hasta de juicio de ruptura. También de cómo lo expresen. Cada frase puede convertirse en una ofensiva en manos del equipo mediático contrario. El presidente del tribunal, Manuel Marchena, tampoco lo tendrá fácil. Ser un tipo inteligente y cautivador está bien, pero dirigir un macrojuicio no es tarea fácil y hay que recordar que él no tiene años de enjuiciamiento a sus espaldas. Procedente de la carrera fiscal, llegado a la sala segunda directamente desde ella, todavía estamos por ver la templanza y los recursos de los que puede hacer gala al dirigir el debate y las vistas. Tenemos la experiencia de cómo se pueden complicar estos macroprocesos y de la necesidad de tener no solo temple y conocimiento jurídico, sino también kilómetros de juicios a las espaldas. Él, que será el único magistrado en intervenir, también deberá medir que cada frase suya podrá dar la vuelta al mundo para bien y para mal.

Empezamos esta semana un año decisivo para todos. De ese juicio no solo saldrá una sentencia que llevará a la justicia española ante Europa, sino una pugna de información que intentará arrastrar cada voto en las urnas. Nada será muy sano en ese contexto. Nada muy previsible. Así será 2019. No lo duden.