De Abu Dabi vengo de servir al rey
¡
ay! ¡ay! de servir al rey, de servir al rey.
Y las noticias traigo (…)”.
Canción popular parafraseada

El correo del emérito, el Strogoff radiofónico, lleva unos días ejerciendo lo que podríamos con benevolencia llamar ligeras presiones sobre la Fiscalía General del Estado para que se produzca cuanto antes el archivo de las diligencias informativas abiertas en torno al emérito y, en concreto, las relativas a los diez millones de euros depositados en Jersey. Todo ha ido encarrilado. El viaje de visita del biógrafo oficial ―con foto para demostrar que el anterior monarca se encuentra en buen estado y hasta con buen tipo―, la filtración que sólo él recibe de una parte del borrador del decreto de archivo del fiscal Luzón y el achacar en su programa directamente “a la dilación de Delgado” que Juan Carlos de Borbón no pueda abandonar inmediatamente su incómodo paraíso desértico para venirse a tierras más feraces. Cualquiera podría pensar que parte del encargo del correo del rey era apretar un poco las clavijas por ver si los deseos se convierten en órdenes y el archivo se acelera.

Sucede que Strogoff sí estaba un poco cegado esta vez y parece no haber leído todo el documento. Ha revuelto a todos los medios de comunicación con un par de páginas de un escrito que tiene 20, que es sólo un borrador, presentándolo sin el cuerpo del informe y como si consistiera en una entera exculpación del monarca. Me dicen los que lo saben que es una especie de “blanqueo” del texto de Luzón ―todo se pega― que nos ahorra digamos los 18 folios en los que se desgrana lo que resulta menos bonito. Una cosa es que el borrador concluya que “no concurriendo indicios que permitan dirigir reproche penal contra S.M Juan Carlos de Borbón procede archivar”, otra que ese vaya a ser exactamente el texto y otra que, aun estando abocado al archivo, esto explique qué ha pasado con diez millones de euros que, a tenor de lo que cuentan, Juan Carlos I habría también regalado a un extutor suyo, como regaló a Corinna otros 65. ¡Qué pena no haber estado en el entorno de tan magnánimo monarca!

Así que nos quedan 18 páginas del informe por leer y falta que éste sea el definitivo y, aún así, seguiremos sin saber del destino de los 10 millones que, está probado, sí eran en origen de Juan Carlos I. El nacimiento de este depósito fue siempre servirle de salvavidas tanto si no llegaba a reinar como si era expulsado del país por un golpe de estado, según relata el propio Luzón. Las investigaciones sí han llegado a concluir que donantes que desconocemos ―“no existiendo documentación soporte disponible, probablemente nunca se conocerá el origen del dinero”― vertieron sus ayudas en dos fondos abiertos por Manuel Prado y Colón de Carvajal denominados Tartessos (en 1995) y Hereu (1997) “de los que fue beneficiario el Rey de España”.

Cualquiera podría pensar que parte del encargo del correo del rey era apretar un poco las clavijas por ver si los deseos se convierten en órdenes y el archivo se acelera

De la filtración queda claro que los diez millones sí eran del emérito en esas fechas y que los fondos los abrió su edecán. Prosigue Luzón explicando que “siendo en 2004 la situación de la monarquía estable” y siendo que “el conocimiento público de la existencia de esos fondos hubiera exigido embarazosas explicaciones, el Rey los liquidó y se los pasó a Joaquín Romero Maura”. Sucede que Luzón tiene flaca memoria porque lo que realmente pasó en 2004 fue que el 25 de abril, la sección primera de la Audiencia Nacional citó a Manuel Prado y Colón de Carvajal, que se autodenominaba “el perro del Rey”, para que ingresase sin dilación en prisión a cumplir su condena. En aquella época, fuentes de la Audiencia Nacional ya apuntaban a que la inviolabilidad constitucional del monarca había obligado a parar en su factótum todo intento de seguir hacia arriba en la investigación del caso KIO. Prado estuvo dispuesto a apurar el cáliz hasta las heces.

Tiene toda la pinta de que esa es la circunstancia real, y no la mencionada “estabilidad de la monarquía”, la que aconsejó alejar la pista de Juan Carlos I, que estaba claramente ligado a los fondos originales. Es la caída de Prado lo que según un mero análisis racional obliga a que los fondos reales por él gestionados se fusionen en el ahora investigado JRM 2004 Trust, que pasa a estar a nombre de Joaquín Romero Maura, un profesor de historia de Oxford que fue tutor de Juan Carlos.

El borrador de Luzón filtrado afirma que “desde 2004 a 2021, no hay indicio que permita vincular a Juan Carlos de Borbón ni en su gestión ni en la capacidad de disponer (…) ni en ningún momento ha aparecido como beneficiario” de JRM 2004 Trust, lo cual es lógico, porque el movimiento iba claramente dirigido a hacerlo desaparecer de los fondos. Lo que ya no queda claro es si se desligó de ese capital y se lo regaló a su tutor como pretenden o si, simplemente, consiguieron que saliera bien el papel de un nuevo testaferro. El fondo ha tenido disposiciones de dinero, alguien ha sacado pasta, nos dice el fiscal, pero también apunta ladinamente el borrador a que “desde la abdicación, momento en que queda sin efecto la inviolabilidad”, las cuantías dispuestas lo han sido por debajo de la cifra que determina el delito, es decir, que se sacó dinero pero siempre por debajo de los 120.000€ cada año, por lo que, concluye, “aun cuando los fondos hubieran sido entregados eventualmente a un contribuyente español”, no sería delito. Traduzco: aun si un testaferro sacó dinero y se lo dio al emérito, a partir de esa fecha no sería delito. ¡Qué ganas de saber qué cantidades se sacaron antes de 2014 y si fueron importes mayores! Habrá que esperar a que el borrador deje de ser borrador y se firme para ver si la Fiscalía ha llegado a esas profundidades.

Saben que yo siempre he opinado que esta decisión de no judicializar los oscuros asuntos de Juan Carlos I es una forma de poder cerrarlos sin las incertidumbres que se derivan de un proceso penal contradictorio y sin el escándalo que este supondría. El caso Nóos ya demostró que una vez en marcha la maquinaria es complicado controlarla totalmente y así fue que sólo consiguieron salvar a la Infanta a última hora y dejándose muchos pelos en la gatera. No se iba a correr ese riesgo con el monarca. Es una cuestión de estado y a ella hay mucha gente aplicada.

Pero el emérito tiene alma de monarca y no sólo lo quiere todo sino que lo quiere rápido. Por eso envió a Carlos Strogoff, para ir achuchando. Cuando archiven, que lo harán, no acallarán la necesidad política e histórica de esas “embarazosas explicaciones” para conocer quiénes apoquinaron pasta para proteger a la monarquía y qué ha pasado realmente con ese dinero, cuyo único objetivo era darle un colchón al Borbón regalador. A su lado llueven los millones.