Nunca como esta semana los partidarios del sí y los del no habían estado tan frente a frente. Se han mirado a la cara y el reloj ha empezado a contar. Unos, Junts pel Sí y la CUP, con la presentación de la resolución en el Parlament el martes, que pretende dar por iniciado el proceso de independencia y la creación de una república catalana. Otros, PP, PSOE y Ciudadanos, con un reagrupamiento de intereses saltando por encima de cualquier ideología. No va de ideologías, exclamaba Raül Romeva durante la campaña electoral, cuando justificaba la presentación de una candidatura tan excepcional para las elecciones del 27S como la de JxSí. Bien podrían decir Mariano Rajoy, Pedro Sánchez y Albert Rivera hoy lo mismo, cuando señalan que el pacto al que han llegado tiene que ver con la unidad de España y la defensa de la Constitución.

Aunque, en el fondo, lo que han hecho es darle carta blanca a Rajoy para que actúe contra la resolución del Parlament a través del Tribunal Constitucional. Una legislatura que empezó sin negociación (primera gran manifestación en Catalunya el 11 de septiembre del 2012 y taxativo rechazo al pacto fiscal) y que acaba sin ninguna negociación (al pasar la pelota al TC, el árbitro constitucional reconvertido en un tribunal de justicia). Lo que está en marcha es una especie de enmienda a la totalidad de lo que votaron el pasado 27S el 78% de los catalanes que acudieron a las urnas. ¿Por qué no ha habido el más mínimo movimiento del Estado desde el atropello de la sentencia del Estatut d’Autonomia en 2010?

Aunque a ningún observador neutral le pueden sorprender los movimientos de JxSí y del president Mas, porque habían sido anunciados desde antes de la campaña electoral, la situación es enormemente complicada. El Gobierno español ha armado una respuesta compacta de la que sólo se ha querido quedar fuera el líder de Podemos, Pablo Iglesias, que en una expresión de la que oiremos decir, ha tildado a Rajoy, Sánchez y Rivera de búnker antisecesionista. Vienen semanas muy difíciles que requerirán de grandes dosis de templanza. La acelerada actividad que se vive en Madrid combinada con las elecciones generales del 20D garantizan una mezcla explosiva.