El diputado de ERC Gabriel Rufián, lógicamente enojado después del pacto entre los "convergentes" y el PSC que ha dejado a su partido sin la estratégica presidencia de la Diputación de Barcelona, lo ha dicho, vía Twitter, con la contundencia habitual: "El problema no es sólo darle la presidencia de la 3ª institución del país al PSC para evitar que la tenga ERC, el problema es si también lo harán con la primera". Es decir, el "problema" es si JxCat hace como hizo ERC en el 2003 y en el 2006: "darle" la presidencia de la Generalitat al PSC -primero a Pasqual Maragall, después a José Montilla- en vez de "dársela" (si fuera el caso) a ERC, que es justamente lo que hizo ERC con CiU -en concreto, con Artur Mas-. ¿O quizás es que entonces, los tripartitos de izquierdas, con el PSC, ERC e ICV, fueron una "solución" y ahora, un gobierno sociojuntero, del PSC y JxCat, sería un "problema"? ¿Y entonces? Como dice una vecina mía, o todos convergentes... o todos convergentes.

Los tiempos han cambiado, como cantaba Bob Dylan. Si en el 2003 se trataba de sacar adelante un nuevo Estatut, ahora se trata de salvar una autonomía trinchada -la independencia y la República quedarían para otra generación- y ganar la libertad de los presos políticos y los exiliados; y, ciertamente, si entonces ERC era un partido que, como mucho, podía decidir la presidencia entre CiU y el PSC, ahora batalla para consolidarse como la primera fuerza del país con sus rivales de siempre, los "convergentes" mutados en puigdemontistas y pedecatistas, y tiene muchas posibilidades de conseguirlo. La avalan los recientes éxitos electorales en las generales españolas y las municipales, aunque no ha podido remachar el trabajo en el ayuntamiento de Barcelona y en la Diputación. Pero como la eterna pugna por la hegemonía del soberanismo -la "guerra dentro de la guerra"- es la única cosa que, en el fondo, no ha cambiado, el "problema" sigue siendo el mismo y no salimos del bucle: ERC se considera plenamente legitimada para hacer de Convergència, de fuerza central, pragmática, pactista a derecha e izquierda sin renunciar a nada, y no pasa nada, valga la redundancia; pero pretende que "Convergència" -como denomina a las formaciones herederas del espacio convergente, JxCat/PDeCat, etc- no haga de Convergència ni en broma. He ahí la gran paradoja y el mal enfoque de la cuestión por parte de los republicanos. En teoría, este esquema permite a ERC abstenerse o votar a favor de la investidura de Pedro Sánchez -cooperador necesario en la aplicación y defensa del 155-, cosa que también defienden miembros de JxCat, ciertamente, y acusar a la vez a JxCat de cometer un crimen de lesa majestad -contra la patria- porque ha decidido hacer a Núria Marín (PSC) presidenta de la Diputación de Barcelona. Puede funcionar a nivel discursivo. Pero no tanto a nivel de la realidad real. Una vez ERC ha puesto el procés en modo "partidos", es decir, en clave de los legítimos -pero no sé si del todo convenientes- intereses de partido, era de esperar que, tarde o temprano, JxCat también cambiara la marcha. Ya lo dice mi vecina: o todos convergentes... o todos convergentes.

ERC se ve plenamente legitimada para hacer de Convergència pero pretende que "Convergència" no haga de Convergència ni en broma

En la Diputación de Barcelona, la alternativa para los de Puigdemont era dar apoyo gratis a un gobierno de ERC y los comunes. Exactamente lo mismo que se les planteó en el Ayuntamiento de la capital catalana, una cosa que, al revés, todo el mundo sabe que nunca harían los comunes por JxCat... y, de hecho, tampoco por los republicanos -que se lo pregunten, si no, a Ernest Maragall-. Esta es la razón, el veto de los comunes a JxCat, por la cual ERC, empatada en diputados provinciales con el PSC, renunció de entrada a plantear un gobierno independentista en la Diputación. He ahí un segundo "problema" con un tercer actor en liza que, al final, se convierte el auténtico árbitro de la jugada. El mismo viernes que se anunció el pacto en la Diputación, decía Rufián: "Todo el mundo sabe que mi opinión, y la de parte de mi partido, es que el futuro de este país pasa por coaliciones de izquierdas y pasa por el espacio autodeterminista de los comunes". Es una vía. Pero, hoy por hoy, ERC haría bien en revisar una relación, más bien una fascinación por los comunes políticamente tóxica, que los ha dejado fuera de la alcaldía de Barcelona y de la presidencia de la Diputación -si no hay cambios de aquí hasta el jueves-.

La cuestión de fondo es si el independentismo tiene que tener manos libres para pactar o no con el PSC en el actual escenario de persistencia de la represión

Y sin embargo, a Rufián no le falta parte de razón. Porque la cuestión de fondo es si el independentismo tiene que tener manos libres para pactar o no con el PSC en el actual escenario de persistencia de la represión, a la espera de la sentencia del Supremo, que se prevé durísima, y sabiendo que el objetivo de todo el aparato político-juridico-económico español, PSOE incluido, es decapitarlo de manera definitiva. Si la respuesta es que tenemos que volver al 2003 -CiU también intentó entonces salvar la presidencia pactando con los socialistas, y en el 2006 directamente con el PSOE de Zapatero y Rubalcaba, sin que el PSC lo permitiera-, entonces, mejor hacerlo poniendo las cartas encima de la mesa para que nadie se engañe: o todos convergentes... o todos convergentes. (Qué pena, añade mi vecina)