Marlaska no ha perdido el tiempo y ya están anunciadas las condecoraciones a los policías heridos por la terrible violencia catalana. Ya no es ni independentista, ni terrorista, sencillamente catalana. Lo ha matizado, al menos intentado, pero en resumen el mensaje es claro: hay más violencia en Catalunya que en todo el conflicto vasco. Dice que lo dicen los mismos policías; que no habían visto nada parecido. Me lo puedo creer, dado que ya los vi declarar, a los miembros de los cuerpos de seguridad españoles, en el juicio del 1-O sobre ojos de odio y otras fierezas que ahora parece que hacen pequeñas las quemas y las acciones de otro tipo.

No menosprecio nunca la violencia y por eso no me pronuncio hasta analizarla bien y aquí falta mucha investigación; pero claro, para tener los datos tienes que querer hacerla. Espero acertarla y que en Catalunya ya se esté en ello. Pero me da la impresión de que, de hecho, las medallas están en el caso español, aparte de para ganar votos para Vox, para tapar la boca. No me he expresado bien, no es la boca; en este caso es para tapar las imágenes de tiritas demasiado pequeñas, de manipulación de los tipos de lesiones, y causas y alcance de las mismas.

Las medallas están en el caso español, aparte de para ganar votos para Vox, para tapar la boca

Aparte, claro, de todas las burradas y excesos que han quedado registrados, ampliamente, de miembros de cuerpos de seguridad que son inadmisibles; no ya en un estado democrático, porque este no lo es, sino en la sociedad actual. Quien dude, que piense en las decenas de periodistas heridos por la policía. Y si no, que se lo digan a los rusos que todavía no se pueden creer lo que está pasando; si no fuera tan grave, daría para un buen chiste. Y aparte, también, de la última de este mismo domingo: manifestantes haciéndose fotos con policías y estos dando besos y aceptando regalos de los y las manifestantes. Unionistas, claro. Todo una demostración fehaciente de cómo los funcionarios públicos se saltan las normativas sin ningún tipo de rubor. Sin duda las medallas es lo mejor; es como poner el lacito perfecto en el regalo de la democracia perfecta que es España.

Ahora, en conjunto, un desastre comunicativo de un relato, que a pesar de que es cierto que tiene a favor todo el poder y medios de un estado, más la prensa de todo un país (sic), el español y buena parte del catalán, que no sale adelante porque todo el mundo tiene móvil. El sonsonete se repite una y otra vez e intenta imponerse, pero las imágenes de los hechos sin manipular corren, en el siglo XXI, más que la pólvora. No sé qué me preocupa más si las barbaridades contra el estado de derecho que perpetran los que se supone que lo defienden, o la mentalidad tan antigua que los guía.

Todo eso sin tener presente, además, el elevado grado de incultura general que demuestran, y no sólo lo digo por como he empezado este artículo. No paran de asombrarnos las afirmaciones que salen constantemente de la boca de los miembros del gobierno español en funciones. Para poner la última ―a pesar de que la más básica de todas, la del jamón, hará historia―, hablar de José Antonio como una víctima. ¿De verdad se puede ser socialista y blanquear el fascismo, el golpe de estado, la guerra y la posguerra sin ni ruborizarse? En España sí. Por eso no sólo es una cuestión de querer un país, es de no poder seguir en este. Sacar a Franco del Valle de los Caídos sólo ha sido un accidente electoral.