Sergi López visitó el lunes La Revuelta para promocionar Sirât, la película que protagoniza y que acaba de ganar el Premio del Jurado en el Festival de Cannes. Pero el momento estelar no fue la promoción, sino cuando le regaló una caja de gambas de Vilanova i la Geltrú a David Broncano. El presentador quedó tan entusiasmado como, supongo, los pescadores del Garraf.
Pero lo mejor es que mandaron traer una plancha al plató, ignoro si ya preparada, y acabaron cocinando con aceite de Jaén de una garrafa que ya tienen en el escenario y comiéndose las gambas en directo. Total, una promoción de la gamba de Vilanova que si se quisiera pagar no se podría. De hecho, no quedó ahí la promoción de la gastronomía catalana, porque el director de Sirât, Óliver Laxe, que estaba en la grada, quiso chinchar al actor catalán hablando de la gamba de Mataró. En realidad, quería decir la de Palamós, como le corrigió el propio Sergi López.
De hecho, López aseguró que, en realidad, la pescan toda en el mismo sitio, lo que diría que no es exactamente verdad. La de Palamós se pesca en el cañon de la Fonera y la de Vilanova en los hoyos que hay frente a su costa. Eso sí, se quiera o no, la gamba es la misma, la aristeus antennatus.
Obviamente, en Vilanova han agradecido el compromiso con el territorio de Sergi López, que junto a Broncano y como platillos chinos en equilibrio combinaron cine, cocina y orgullo local con el humor y la locura. Una entrevista imposible de guionizar y que Laxe definió como “posttelevisión sensorial y sinestésica”. Como si fuera Ferran Adrià tras comerse unas setas.
Ahora, Catalunya es la locura desatada de Salvador Illa, o sea, un país anestesiado
Ahora se habla menos del fenómeno de Broncano tras el empuje inicial. Pero el programa tiene mucha salud al final del primer curso en TVE, aunque lleven ya varias temporadas contando su vida en Movistar.
Si la tele y la política se retroalimentan, en estos momentos, seguramente, el programa de Broncano sería imposible en otra tele pública, la catalana. Porque ahora Catalunya es la locura desatada de Salvador Illa. O sea, un país anestesiado. O en plena desinfección, como diría Miquel Iceta. Que vive, por cierto, una trepidante nueva vida política en la UNESCO. En cambio, la realidad en Madrid se asemeja cada vez más a sus programas y viceversa. Bueno, incluso la realidad los supera.
Si lo de Broncano y las gambas no se puede guionizar, ocurre lo mismo con toda esta historia de una tal Leire, un tal Dolcet, un tal Aldama y no sé quién más, porque no sé exactamente quiénes son, pero que ayer miércoles por la mañana dejaron a Berlanga a la altura de un dircom del PSC, como esa tarde de otro 1 de octubre, en la que otra socialista proclamó “la autoridad soy yo”. Ahora, en Madrid, se lleva más Torrente que Berlanga.