Quedaos con tres imágenes, tres.

Pensad primero en Ada Colau convertida en simpatiquísima y jocosa Youtuber, una celebrity de la política intentando hacerse la enrollada con expresiones del tipo gente superpower. La alcaldesa comuna, lo sabéis de sobra, la dice en español porque, como todos los españoles, cree que uno solo puede ser Youtuber, enrollado y popular utilizando la queridísima lengua del enemigo. Sigamos.

Si os queda energía tras ver uno de los vídeos de Colau parloteando con la cámara como cuando los adultos hablan con niños, aflautando la voz y tratándolos de subnormales, admirad el fragmento televisivo en el que mi buen amigo Toni Bolaño pregunta a Elsa Artadi por el color de alguna de las líneas del metro de Barcelona: “Yo ahora mismo he estado viajando en coche oficial y cuando iba a trabajar viajaba con los Ferrocarrils de la Generalitat de Catalunya y siempre he ido en transporte público, entre otras cosas porque no conduzco.” La cita es tan maravillosa que no necesita ulterior comentario. Solo un poquito de música rococó.

Quien sí conduce, y esta es la tercera imagen que me gustaría imponeros en el recuerdo, es el tete Maragall; concretamente, el alcaldable republicano se mueve con una flamantísima motocicleta eléctrica que los cráneos privilegiados de ERC han bautizado como “Maragall Force One”, copypasteando el nombre del avión del presidente más poderoso del planeta y que, según cuenta el protagonista, vendría a significar la metáfora de una Barcelona “con movilidad ligera y no contaminante.”

Ninguno de los tres políticos a los que me he referido son líderes banales. Considero a Ada Colau uno de los pocos políticos del país que tiene una noción verdadera y fuerte de lo que significa ejercer el poder: por otro lado, como buen narcisista, me encantan las personas con un ego catedralicio. A su vez, ya me gustaría que la mayoría de regidores de la tribu tuvieran la mitad de formación que Elsa, y este gesto del Polònia de retratarla como una pija gilipuà me parece cosa demasiado fácil incluso para el censor oficial del reino, Toni Soler. Finalmente, Maragall Jr. tiene el mérito de haber sido el arquitecto de uno de los ayuntamientos con menos deuda y más eficientes del mundo, una estructura que, incuestionablemente, ha funcionado como un reloj durante lustros. Ahora deberíamos cambiarlo radicalmente, pero ya se sabe que Esquerra es un partido conservador y Junqueras está por otras cosas.

Os hablo, por tanto, de tres servidores públicos a los que la dinámica del país ha hecho degradarse hasta llegar a todas estas imágenes que todos tenemos en el coco para convertirse así en una caricatura de ellos mismos con la sola y única intención de pensar que llegaran más y mejor a la ciudadanía. Tres políticos, en definitiva, que demuestran hasta qué punto este retorno a la neo-autonomía puede acabar convirtiendo a la sociedad catalana en un lugar de frivolidad y tontería donde se hará muy difícil vivir con normalidad. Yo puedo entender que en campaña uno debe inventarse cosas extrañas para salir en la tele, pero diría que los barceloneses nos merecemos un poco más de inteligencia y pasar menos vergüenza ajena con los que dicen pretender representarnos. Barcelona es el polo existencial del país, y si eso se contagia allende la tierra, muy pronto acabaremos clamando el retorno a la vieja y corrupta política de siempre.

Diría que, en poco tiempo, el mínimo requisito para que servidor se vuelva a interesar por alguien que participe en la cosa pública será cuando aparezca alguien se me dirija en un diálogo de adultos responsables. En lo que toca a Barcelona, de momento, sólo una persona se salva de este instinto animal por degradarse. Pero tranquilos, que no os hablaré del menda: eso de promocionar a los amigos en un artículo da mucha pereza y queda muy cutre. Por otro lado, pobrecito mío, no tengo ganas de restarle ni un voto.