La tribu ha sabido, con gran alboroto, que hay funcionarios del Parlament a quienes se les paga la benéfica de cada mes sin tener que ir a currar. El diario Ara ha publicado una investigación sin precedentes sobre el asunto (abro paréntesis: hubo un tiempo en que las exclusivas periodísticas se enaltecían cuando un reportaje o una indagación implicaba desvelar algo desconocido o, en todo caso, que la cosa provocara alguna dimisión, pero vivimos en Catalunya y ya tal) y, gracias a la periodista Núria Orriols, se ha descubierto que la broma nos cuesta 1,7 millones de euros anuales. Como pasa con cualquier polémica neoautonomista, el tertuliómetro ha debatido ardidamente sobre los supuestos privilegios de la clase funcionarial y, una vez acabada la brega, la presidenta Borràs ha decidido obrar digamos por etapas, proponiendo primero una reducción de los sueldos sin trabajo a tres años, para acabar eliminándolos.
Hasta aquí los hechos; ahora expliquemos de qué va realmente todo eso. El Ara ha publicado esta supuesta exclusiva porque mancha el ancien régime del independentismo y permite a la élite procesista actual sacar pecho moral de transparencia. En el fondo, el diario de la censora Esther Vera está diciendo a sus lectores que Catalunya es España porque en casa también hay estructuras públicas con tumores putrefactos. Denunciando las licencias por edad, en definitiva, se da aire al Govern de Aragonès y compañía para dejarles decir que el procés continúa vivo y Catalonia is different porque aquí nos arremangamos para lavar los trapos sucios. El supuesto acto de valentía periodística es un caso de fuego amigo de fucking manual; enmiendas un asunto del pasado (tanto Benach como la mayoría de líderes que aprobaron el tema ya son dinosaurios políticos) y permites que el actual cónclave parlamentario haga ver que hace cosas.
Aquí el tema no es equiparar el enchufismo y siesta catalán al mesetario; la cuestión es denunciar la cosa cuando el toro ya está muerto y entregarle una brizna de legitimidad al poder para que enmiende la mandanga y se haga el redentor
El asunto en cuestión, como veis, pide muy poca neurona, pues la política catalana ha llegado a unos niveles tan irrisorios que pronto la tendremos que glosar con dibujitos, no con palabras. De hecho, como saben perfectamente los asalariados de Fernandito Rodés, aquí el tema no es equiparar el enchufismo y siesta catalán al mesetario (que el país no es un oasis lo sabemos desde hace tiempo); la cuestión es denunciar la cosa cuando el toro ya está muerto y entregarle una brizna de legitimidad al poder para que enmiende la mandanga y se haga el redentor. En este sentido, si los críos de Can Vera estuvieran realmente preocupados por saber quién cobra sin trabajar o por la transparencia gubernamental auditarían la agenda de Oriol Junqueras, del vicepresident Puigneró o de la pobre Elsa Artadi, entre los muchos políticos que sufragamos no se sabe exactamente por qué, y más todavía después de su lucido protagonismo en las mentiras del procés.
Puestos a pedir, los chicos del Ara tendrían que denunciar los curiosos casos de contingencias matrimoniales que hay los altos cargos de la Corporació o dentro de este curioso aparato que se denomina Consell de l’Audiovisual de Catalunya. Pero todo eso, por desgracia, debe ser algo que no toca cuando te han dicho que eres candidata a presidir TV3. Mientras escribo este artículo, la actual mesa del Parlament ha certificado que pone punto y final a los privilegios de algunos funcionarios. Hay que recordar que, aparte de Borràs, el actual ente está formado por auténticas perlas como la exconsellera de enfermedad Alba Vergés y Aurora Madaula, unas hijas predilectas del 155 que ahora podrán campar libremente por el país dándonos lecciones de bondad. Lo mejor de todo es que la tribu se lo tragará y, con este narcisismo ético tan nuestro, todavía tendremos la ilusión de pensarnos que somos mucho más decentes que los españoles.
La cosa les saldrá bien, y no sólo porque la ciudadanía se lo acaba tragando todo, sino porque este supuesto periodismo de investigación y esta supuesta pléyade de líderes políticos consiguen hacer bajar el nivel mental de la política de una forma tan espantosa que incluso la gente normal acaba atolondrada; su éxito, a su vez, también se explica con el hecho de que servidor tenga que destinar una tarde de su genio a escribir sobre obviedades que no pasan de parvulario. Felicidades.