1. Una buena entrevista consiste en preguntar y repreguntar la misma cosa hasta que el entrevistado declara lo que el entrevistador estaba buscando desde buen comienzo. Es una técnica muy extendida. Está claro que el entrevistado puede resistirse, en especial si es un político experimentado, pero más temprano que tarde soltará la frase que servirá como titular de la entrevista, que casi siempre responde a los intereses del medio, a favor o en contra. Quiero decir que retratará en positivo o en negativo al entrevistado, que a veces es bien visto por el medio y otras no. Si te entrevista el director del medio es que la empresa te tiene en alta consideración. Los lectores de prensa, que hoy en día son pocos, son lo bastante inteligentes para saber leer la entrevista, separar el grano de la paja y detectar las incongruencias. Las ventanas de Overton, el rango dentro de una gamma de ideas, que directores de medios de comunicación y políticos usan para fijar los límites de la realidad y así promover una idea que antes la mayoría —incluyendo los seguidores acérrimos de quien la formula— habría rechazado.

2. Ayer, el director de La Vanguardia, Jordi Juan, entrevistó a Oriol Junqueras, en libertad condicional desde que el pasado viernes salió de la cárcel de Lledoners gracias al indulto aprobado por el Gobierno. Tiene la virtud de ser la primera entrevista, cosa que siempre es una decisión del entrevistado y no del entrevistador. Es, desde el principio, una conversación amable, que está más atenta a lo que ocurre en España que en Cataluña. La perspectiva es siempre si el PSOE ha hecho esto o aquello, si el Gobierno es más dialogante o no, si el coste de los indultos es mayor para el PSOE que para Esquerra, etc. Se echa de menos la perspectiva catalana del conflicto. Está claro que es imposible hablar de la política catalana prescindiendo de cómo actúe el Estado, pero la cuestión es quién marca la agenda y cuál el enfoque político.

3. La parte esencial de la entrevista es si los indultos y la mesa de diálogo son la vía para resolver el conflicto catalán. Entrevistador y entrevistado saben que el choque actual no entrará en una vía política mientras exista un solo represaliado, empezando por el presidente Carles Puigdemont, a quien Junqueras no visitará en Waterloo (el entrevistador lo pasa por alto) para no darle un trato preferencial, sino tratarle como cualquier otro eurodiputado. La política no son tan solo palabras, los gestos también cuentan. Les guste o no a Pedro Sánchez, a Oriol Junqueras y a todo el establishment español y catalán, Carles Puigdemont es hoy el eslabón débil del sonsonete sobre el diálogo y las bondades de la libertad. Puigdemont se ha convertido en el Navalni catalán para el Gobierno. La acción en el exterior del presidente en el exilio ha sido capital para que ahora Junqueras esté bajo libertad vigilada en Catalunya. El jefe de los republicanos puede hablar de política, pero no actuar políticamente, lo que es una anomalía democrática.

4. Junqueras señala en la entrevista que el independentismo no puede renunciar al diálogo. Salvo los más extremistas, no conozco a ningún independentista que rechace el diálogo. “Estamos ante una ventana de oportunidad que siempre hemos deseado —afirma Junqueras—. Siempre hemos dicho que estas cuestiones jamás deberían haber salido del ámbito de la política, jamás deberían haberse judicializado”. Tiene razón. El punto por aclarar es si es verdad o no que estamos ante la oportunidad de debatir políticamente el conflicto. De momento, no lo parece, porque la represión continúa, los exiliados siguen siéndolo y el Gobierno no quiere hablar ni de la amnistía ni del derecho a la autodeterminación, que tendría que ser el punto de partida mínimo para cualquier independentista. Si la mesa de negociación sirve para debatir sobre la ampliación del aeropuerto, por ejemplo, sería un engaño de grandes proporciones.

5. Lo que separa Esquerra de Junts no es si los republicanos están por la negociación y los independentistas no. Las diferencias entre ambos partidos son sobre el método. El líder de los republicanos, como refleja el titular de la entrevista, cree que la actitud del Gobierno es la mejor en una década. En cambio, el líder de los independentistas no piensa dar crédito a Pedro Sánchez hasta que este no se avenga a acabar con la represión y se siente a hablar sin obligarle a ponerse el corsé de la Constitución. Como bien indica Junqueras en la entrevista, es más fácil ponerse de acuerdo sobre el mecanismo que tiene que resolver este conflicto —el derecho a voto—, que sobre qué es lo que se tiene que votar. La solución llegará cuando los ciudadanos de Catalunya, los que están a favor de la independencia y los que no, puedan decidir qué prefieren. El problema es que ningún partido español está dispuesto a escuchar a los independentistas y no que Junts, como insinúa el entrevistador, sea partidario de la estrategia de cuanto peor, mejor. Para Junts, la movilización ciudadana ha sido esencial para doblegar a Pedro Sánchez.

6. Los economistas miden la realidad a partir del coste de oportunidad. Lo de las ventanas de oportunidad es una expresión inglesa, launch window, que la NASA usaba para referirse al momento más propicio para lanzar cohetes al espacio. El 9 de octubre de 2017, Ada Colau se dirigió a Carles Puigdemont y a Oriol Junqueras para pedirles que no proclamaran la independencia al día siguiente (lo que finalmente no hicieron), con una afirmación categórica: "El 1-O ha abierto una ventana de oportunidad al diálogo". La alcaldesa, también dijo que “muchas instituciones” estaban dispuestas a abrir vías de negociación para encontrar una salida al pleito catalán. Estaba ciega, es evidente. Ha hecho falta mucha movilización y perseverancia —jurídica y política— para que en España alguien se decidiera a mover ficha. El coste de oportunidad es otra cosa, más real, mediante la que se mide el valor de un bien o servicio en términos de lo que se renuncia a obtener. Se mide por el beneficio que se sacrifica al no utilizar los recursos en su mejor uso alternativo. Así pues, es la renuncia, expresada en unidades monetarias, en que se incurre por no haber tomado la mejor de las alternativas. Si este rendimiento es superior al rendimiento de la opción finalmente elegida, se hablará de un coste de oportunidad neto positivo. Apliquen a la política esta regla económica para evaluar el coste de las renuncias y quizás así comprenderán mejor las declaraciones de Junqueras.