No sé si recuerdan la película Reservoir Dogs, de Quentin Tarantino, estrenada en 1992, el mítico año olímpico. Es la historia de un grupo de gánsters que planean un robo, que acaba siendo un auténtico fracaso. Fue una película de culto, especialmente por el vestuario y, en general, por la estética y la música marca de la casa. Fue una película que definió una época. Llegó a ser tan importante, que incluso uno de los pósteres que lo anunciaban sirvió de inspiración al PSC durante la campaña electoral a las elecciones generales españolas del año 2008. Una de las vallas publicitarias electorales del PSC consistió en reproducir las siluetas de Mariano Rajoy, Ángel Acebes y Eduardo Zaplana con una estética idéntica a las siluetas de los gánsters que aparecían en el póster de la película. Los PSOE consiguió derrotar el PP, que ya tenía como candidato Mariano Rajoy. Diez años después de aquel hito, el PSOE y, por lo tanto, el PSC, es hoy el aliado del PP y Cs por atornillar a Catalunya y destruir el autogobierno, a pesar de que un diputado unionista, el que se abstuvo dos veces en la elección del presidente del Parlament, debía tener remordimientos. Claro está que también podría ser que fuera una advertencia, al estilo de los gánsters mafiosos, del PP a Cs.

Quien ayer actuó de presidente de la Mesa de edad del Parlament, el diputado de ERC Ernest Maragall, en 2008 era conseller de Educació de la Generalitat de Catalunya y diputado del PSC. Ayer hizo honor a lo que defendía una década atrás y abrió la sesión constitutiva de la nueva cámara catalana homenajeando a los diputados independentistas encarcelados Oriol Junqueras, Joaquim Forn y Jordi Sánchez, y los miembros cesados del Govern que están en Bruselas, Carles Puigdemont, Clara Ponsatí, Lluís Puig, Meritxell Serret y Antoni Comín. “Ellos tendrían que estar aquí”, dijo, mientras los rumores mal educados se extendían entre los asientos unionistas, recordando que esta es la primera vez que una sesión constitutiva tiene lugar con la bancada del Govern vacía. “Incluso en 1980 Josep Tarradellas presidió la sesión como president de la Generalitat”, remarcó el republicano. El discurso de Ernest Maragall fue de una dignidad ejemplar. Y fue valiente, lo que no es poco teniendo en cuenta que hoy la valentía comporta un riesgo porque la libertad de expresión está amenazada por los tribunales de esta España autoritaria que sostiene el tripartito del 155. Maragall criticó al Estado por haber provocado “el exilio, la prisión y la destitución del Govern, y aplicar el artículo 155 de la Constitución” para disolver el Parlament y arrebatar el Govern a los representantes de la soberanía popular. El Estado “no sabe ganar” —aseguró—, puesto que sólo quiere “derrotar, imponer, humillar y castigar” a los adversarios políticos, a los que trata como enemigos.

El discurso de Maragall fue intenso. Y lo acabó con un viva Catalunya y una advertencia previa, por si a alguien se le había olvidado por qué estaba allí: “el voto del 21-D es la confirmación del 1-O, y un buen mapa de la sociedad catalana de hoy, diversa y compleja”. Hará falta “resistencia e inteligencia” —dijo—, que es “la que hará falta para ganar la libertad de Junqueras, Sánchez y Forn, y acelerar el regreso de los exiliados. Este país será siempre nuestro” —aseguró—, reinterpretando aquel “las calles serán siempre nuestras”, que ha sido una de las consignas más repetidas en las manifestaciones soberanistas. Maragall no se arrugó haciendo ver que no ha pasado lo que ha pasado y así poder justificar la vuelta “a la normalidad” como si nada. La República fue proclamada y hay que ser consecuente, como ya he escrito otras veces, con lo que se hizo y cómo se hizo. Esta legislatura empezó ayer como acabó la anterior. Con menos bronca, es verdad, porque incluso Miquel Iceta quiso ofrecer un gesto de distensión al anunciar que los socialistas no se opondrían a la delegación del voto de los encarcelados. Arrimadas y Santi Rodríguez no bajaron del burro. Quizás la intervención del PP fue menos agresiva que la del jefe de filas de Cs, ese partido nacionalista español que cada vez se asemeja más a Alternativa por Alemania y a los liberales austríacos, valedores de una xenofobia muy agresiva. Desprecian todo lo que es exclusivamente catalán.

El presidente republicano del nuevo Parlament ayer se olvidó de mencionar la República y, también, de reivindicar la necesaria restitución de la legitimidad democrática

Después del brillante y osado discurso de Ernest Maragall, las mansas palabras pronunciadas por el nuevo presidente del Parlament, el republicano Roger Torrent, no gustaron mucho a la parroquia soberanista, a pesar de que los componentes masculinos de la Mesa parecían haber pasado un casting con Tarantino. Todo el mundo esperaba algo más de calado en el nuevo presidente, y, sobre todo, de coherencia con la actitud de ERC entre el 26 y el 27 de octubre. Arrimadas criticó el tono del discurso, pero debe ser porque la líder de la oposición tiene la necesidad de criticarlo todo. Carles Riera, de la CUP, aquel diputado de quien Patrycia Centeno, la autora de Política y Moda, ha llegado a elogiar “la calidad de la camisa, la americana de cheviot (y el gusto por escoger esas gafas retro)”, lejos de la estética Tarantino también criticó el discurso de Torrent porque “ha evitado toda referencia a la República catalana proclamada en la última sesión plenaria”. Ciertamente, el presidente republicano del nuevo Parlament ayer se olvidó de mencionar la República y, también, de reivindicar la necesaria restitución de la legitimidad democrática, incluyendo la restitución del president y del Govern legítimos de Catalunya. Es muy sabido que ERC tiene miedo de las consecuencias del debate de investidura que tendrá lugar, probablemente, a finales de mes. El miedo provoca extraños compañeros de cama, porque a una parte del PDeCAT también le tiemblan las piernas. Pero en este caso, no importa mucho, dado que no tiene representación en el Parlament.

Ayer, en la cámara catalana, los diputados soberanistas de JuntsxCat tenían el ademán de los actores de Reservoir dogs. Impecablemente vestidos, como las numerosas diputadas de este movimiento, los diputados del principal grupo soberanista en el Parlament deben de estar rezando para evitar que los republicanos sigan el guion de la película y este momento tan especial acabe con la electrizante violencia cool tarantiniana. La radicalidad y determinación de los diputados y diputadas de JuntsxCat es hoy más sólida y creíble que la de aquellos que se visten con sudaderas para asistir a la constitución del Parlament de Catalunya. De lo que se trata, sin embargo, es que ni Joe ni Eddie Cabot mueran, ni que el Sr. Blanco acabe malherido. Tampoco es necesario que el Sr. Rosa, que en la película se ve como se esconde durante el tiroteo, coja los diamantes y huya. O que el Sr. Naranja confiese al Sr. Blanco que es un policía infiltrado y este le apunte con el arma en la cabeza mientras la policía entra en el almacén donde están reunidos para detener a todo el grupo y pide al Sr. Blanco que baje el arma. En la escena final, la cámara enfoca la cabeza del Sr. Blanco, quien aparentemente dispara contra el Sr. Naranja, y es abatido por la policía. El Reservoir Dogs indy debe tomar como referente el cartel del PSC de 2008, sobre todo el eslogan que lo definía: “Si tú no vas, ellos vuelven”. Recular antes de tiempo siempre da ventaja al adversario.