A las 12.03 h de este sábado ha empezado el segundo intento de investidura de un candidato de la coalición de Junts per Catalunya. El primero, el de Jordi Turull, lo frustró el juez Llarena, que encerró al candidato entre la primera y la segunda votación. Hoy es Quim Torra quien lo intenta. Ha habido dos candidatos más que no han podido prosperar. El primero, Carles Puigdemont, que no ha podido ser restituido porque el Estado ha hecho todo lo posible para evitarlo. Lo último, la impugnación de la reformada ley de la Presidència ante el Tribunal Constitucional. El Estado y los partidos de la coalición del 155 (o sea los conservadores, los socialistas y la extrema derecha) no han querido de ninguna forma que Puigdemont, diputado de la mayoría independentista, fuera investido. Ciertamente, como ha señalado el cínico Miquel Iceta, se podía haber intentado investir a Puigdemont por la brava, desobedeciendo al TC. Se habría podido intentar el 30 de enero. Pero el presidente del Parlament lo impidió. Hacerlo ahora habría sido suicida.

Quim Torra es, pues, el cuarto candidato que intenta ser investido president de la Generalitat autonómica. Y lo primero que ha dicho el candidato es que él se mantendrá fiel al president legítimo, Carles Puigdemont, y que su Govern se inspirará en el movimiento republicano del 1-O. La minoría unionista, y también los equidistantes excomunistas, desprecia a la mitad de los catalanes y catalanas apelando a la otra mitad, que considera más legitimada para repensar el conjunto de Catalunya. Esta es la principal discrepancia entre los dos bloques parlamentarios, porque cada uno reivindica cosas diferentes. El candidato Quim Torra ha dedicado los primeros 25 minutos de su discurso, que ha durado 50, a reivindicar la libertad de los presos y a denunciar la vulneración de los derechos democráticos de los catalanes independentistas. Ni Iceta ni Domènech lo han tomado en consideración. Quieren pasar página y dejar que los presos y los exiliados se espabilen. Por eso Domènech ha atacado, igual que Arrimadas, la propuesta de crear un comisionado, adscrito al Departament de Presidència, para investigar los efectos negativos del 155.

Lo que el bloque unionista no quiere aceptar es que Quim Torra será, si finalmente es investido, el president de la excepcionalidad

Lo que el bloque unionista no quiere aceptar es que Quim Torra será, si finalmente es investido, el president de la excepcionalidad. Su discurso ha sido muy diferente del que pronunció Jordi Turull. Ha sido más contundente y republicano que el que tuvo que pronunciar con temor un candidato que al día siguiente fue encarcelado. Si alguien creía que un candidato sin ninguna imputación judicial pronunciaría un discurso lleno de rebajas, este sábado ha podido constatar que no ha sido así. Turull tuvo que preservarse personalmente y la CUP no votó a favor, pero tampoco en contra. Si entonces los cupaires entendieron la trascendencia del momento y se abstuvieron para no tumbar al candidato que al día siguiente podía dormir en la prisión, ahora tienen muchos más motivos para facilitar la investidura de Quim Torra. El compromiso del candidato con el proyecto republicano es evidente. Se ha comprometido, además, a abrir un proceso constituyente de abajo arriba. Es legítimo que la CUP no comparta la estrategia de la posible coalición gubernamental presidida por Quim Torra, pero estaría bien que no se sumaran a los que quieren reventarlo todo.

Catalunya vive un conflicto de alto voltaje. Quim Torra ha acabado su discurso con una cita del ibicenco Marià Villangómez: "Querer lo imposible nos hace falta, y que no muera el deseo". Esta es la misión del nuevo Govern, según Torra: mantener el conflicto y ganar la República sin caer en las ingenuidades de la legislatura anterior. Insistir en una vía que no supo ni sostener la CUP, como ha reconocido el mismo Carles Riera, es una ingenuidad que no se debe repetir. La inteligencia republicana es la mejor vía para abrir las puertas a la libertad. Los independentistas tienen la obligación de acertar en la elección de la estrategia ganadora. "El mío será un Govern de resistencia hacia la República", ha dicho al candidato. Resistir quiere decir "tener responsabilidad y generar confianza". La gran mayoría de los independentistas quiere que haya Govern. Un Govern que detenga la sangría represiva en las instituciones y que ha paralizado el país. Resistir y República no son dos palabras incompatibles. Ahora es necesario que vayan unidas. El lunes se revelará la incógnita de si Quim Torra presidirá el tiempo de excepcionalidad que empezó el 27 de octubre. La excepcionalidad no se acabará con el levantamiento del 155. Eso lo sabe todo el mundo. Solo se acabará cuando los catalanes y las catalanas puedan ejercer con garantías el derecho a la autodeterminación.