La Crida ya resolvió su consulta. 11.815 personas, que representan más del 20% del total de asociados, adheridos y fundadores, respondieron a la doble pregunta que les planteó la dirección que encabeza el diputado de JxCat Toni Morral. La primera pregunta planteaba si “la Crida tiene que impulsar una candidatura tan unitaria como sea posible en orden al 28 de abril” entre formaciones soberanistas, y el sí obtuvo un 97% de los votos (11.490), en contraposición con los 261 votos negativos que se registraron. Menos apoyos afirmativos obtuvo la segunda pregunta, que proponía que, si las otras organizaciones soberanistas aceptan la confluencia electoral, “la Crida participe como tal” en las elecciones. En concreto, 10.729 personas (un 91%) respondieron afirmativamente y 963 rechazaron esta segunda posibilidad. Las respuestas están claras, si bien la formulación de la segunda pregunta era ambigua.

Siguiendo la lógica impuesta por la dirección, ahora tocaría decidir cómo participar en las elecciones del 28-A. Pero el gobierno de la Crida se ha decantado por “no fraccionar más” el independentismo, después de haber constatado la negativa general para formar una candidatura unitaria. Aun así, según las explicaciones de Morral, la Crida avala que sus miembros puedan participar en la candidatura de JxCat que concurra a les elecciones, en la que también participará el PDeCAT. ¿Y eso por qué? ¿Es que entre los asociados de la Crida solo hay gente de ese sector? Si la Crida renuncia a impulsar una candidatura propia, pues que avale a los candidatos de todos los grupos que se presenten, sean de ERC o de la CUP, si es que los antisistema finalmente presentan candidatura. El espíritu de la Crida es ese. Aunque solo lo fuera a medias, puesto que pretendía sumar personas para derribar las resistencias partidistas hacia las propuestas de unidad.

Huérfanos de políticos con una visión estratégica, los casi doce mil participantes en la consulta de la Crida se podrían preguntar por qué se convocó la consulta

ERC está convencida, como explicaba muy claramente Joan Tardà en una entrevista reciente, de que “tiene que liderar el ‘proceso’ porque es el único partido capaz de articular frentes amplios”. O sea, y traducido, ERC ya es la Crida y por esa razón sobra todo lo demás. Si leen toda la entrevista, se ve a la legua que la pretensión es falsa, dado que ERC aspira a deshacer el Govern independentista para sustituirlo por un Govern con el apoyo del PSC, un partido unionista que participó en la coalición del 155. Además, cuando ERC pretende “ampliarse”, digamos, por la derecha solo encuentra la adhesión de antiguos convergentes contrarios a la independencia que ven muy bien la "moderación" actual de los republicanos. En general, es una ecuación perversa. El PDeCAT, por su parte, considera que la candidatura ganadora el 21-D fue una anomalía que hay que corregir como sea. Desde entonces el tira y afloja se ha convertido en un espectáculo deprimente. Estéril, improductivo desde un punto de vista político, porque no aporta nada y muestra descarnadamente que las miserias humanas no cejan ni en las peores circunstancias. La generosidad impuesta no es ningún sentimiento noble. Al contrario, provoca resentimiento.

Huérfanos de políticos con una visión estratégica, los casi doce mil participantes en la consulta de la Crida se podrían preguntar por qué se convocó la consulta. El aval a la cuestión planteada sobre la posibilidad de que la Crida participara como tal en las elecciones fue masivo. Renunciar a presentarse con una parte del independentismo me parece lógico e incluso saludable, pero renunciar a encabezar una candidatura cívica unitaria, que es lo que en el fondo han avalado las bases, es una salida por la tangente que debilita el papel la Crida. El esfuerzo de los dirigentes la Crida debería orientarse siempre a buscar la unidad de la gente para traducirla en candidaturas propias para el 28-A —y, también, para las elecciones europeas—, en vez de centrarlos en pactar un buen lugar en la lista de otro grupo para este o aquel dirigente. Incluso habría podido promover un tipo de Entesa dels Catalans, con todos los presos como candidatos, para ganar los escaños del Senado.

La Crida todavía está a tiempo de aprovechar el impulso que le da la consulta interna para intervenir en política. En el deporte los que participan —ganen o pierdan— son los jugadores. Los que se sientan en la grada solo son espectadores. En política solo es actor quien participa en todos los frentes, también en el electoral.