Volkswagen avanza en el desarrollo del ID.2, su futuro urbano eléctrico, utilizando una estrategia de camuflaje inusual: vestir sus prototipos con una carrocería que replica el aspecto del Polo actual. Esta decisión no responde a una falta de identidad propia, sino al deseo de mantener en secreto el diseño definitivo del modelo hasta su presentación oficial, prevista para septiembre de 2025. Bajo esa silueta reconocible se esconde un vehículo completamente nuevo, concebido desde el inicio como coche eléctrico y basado en una arquitectura específica.

El ID.2 está construido sobre la nueva plataforma MEB Entry, diseñada para vehículos eléctricos de tamaño compacto. Con algo más de cuatro metros de longitud, conserva unas proporciones similares al Polo, pero gracias a la arquitectura eléctrica, ofrece una mayor habitabilidad interior y una mejor optimización del espacio. La gama inicial contará con una carrocería hatchback, mientras que una versión SUV, que tomará el nombre de ID.2 X, está prevista para llegar en 2026.

 

En cuanto a su configuración técnica, el nuevo modelo contará con baterías de entre 38 y 58 kWh de capacidad, lo que permitirá autonomías comprendidas entre 300 y 450 kilómetros en ciclo WLTP. Se espera que las versiones más prestacionales alcancen potencias de hasta 226 CV, con aceleraciones de 0 a 100 km/h por debajo de los siete segundos. Todo ello con un precio estimado por debajo de los 25.000 euros, lo que convierte al ID.2 en uno de los eléctricos más prometedores en términos de accesibilidad y rendimiento dentro del catálogo de Volkswagen.

Un eléctrico con ADN Polo, pero sin motor térmico

Llama especialmente la atención el modo en que Volkswagen ha decidido proteger el diseño del ID.2 durante su fase de pruebas. Más allá del camuflaje habitual, la marca ha optado por revestir los prototipos con paneles que imitan el aspecto del Polo actual, reproduciendo incluso sus proporciones y líneas. Esta elección refleja la intención de conectar al nuevo modelo con uno de los nombres más reconocibles de su historia reciente, aunque en la práctica se trate de un coche completamente distinto.

 

El diseño definitivo conservará algunos rasgos ya anticipados en el prototipo ID.2all, como los faros unidos por una tira LED, las manetas enrasadas y un tratamiento limpio de superficies. El interior también apostará por la simplicidad funcional, con un cuadro digital compacto, pantalla central flotante y mandos táctiles, todo ello enfocado a una experiencia tecnológica y ergonómica orientada al uso urbano.

Lo destacable en este caso es que el ID.2 no busca ser una simple adaptación eléctrica del Polo, sino su relevo natural bajo un planteamiento de movilidad distinta. Con una estética reconocible, una base técnica moderna y una oferta equilibrada entre precio, autonomía y prestaciones, Volkswagen prepara un modelo que promete posicionarse como referente entre los urbanos eléctricos del segmento B. Una propuesta pensada para marcar una nueva etapa, sin renunciar al legado visual del que parte.