La compañía china BYD ha dado un paso determinante en la transformación de la movilidad eléctrica en Europa al anunciar el despliegue de una red de puntos de recarga ultrarrápida con potencias que alcanzan los 1.000 kW. Esta iniciativa busca resolver una de las principales barreras del vehículo eléctrico en España: la lentitud y escasez de infraestructuras de carga adecuadas para un uso intensivo y eficiente.

La nueva tecnología permite recuperar hasta 400 km de autonomía en apenas cinco minutos, lo que equivale a una velocidad de recarga de 2 km por segundo. Este avance sitúa a BYD en una posición de vanguardia frente a otras redes actuales, cuyas capacidades suelen oscilar entre los 150 y 600 kW. La clave del sistema está en una arquitectura eléctrica avanzada, capaz de soportar corrientes de carga extremadamente altas sin comprometer la seguridad ni la vida útil de las baterías.

 

Lo destacable en este caso es que BYD no se limita a presentar un prototipo o una prueba de laboratorio, sino que ha comenzado ya el despliegue físico de estos cargadores. En China, el fabricante ha establecido cientos de estaciones con esta tecnología y ha confirmado su implantación en el mercado europeo, incluyendo España, durante los próximos meses. Este movimiento podría redefinir los estándares de recarga eléctrica en el continente.

Hacia una infraestructura de carga competitiva

La iniciativa se articula en torno a una red abierta, no exclusiva para clientes de la marca, lo que amplifica su impacto potencial sobre la adopción del coche eléctrico en general. Las estaciones se instalarán en concesionarios, puntos estratégicos urbanos e interurbanos, y contarán con sistemas de gestión térmica y control dinámico de potencia para optimizar cada proceso de carga.

La compatibilidad con la nueva generación de baterías es otro punto clave del proyecto. BYD ha desarrollado acumuladores preparados para recibir cargas a 10 C, lo que permite un suministro energético masivo en tiempos mínimos. Esta característica no solo mejora la experiencia de usuario, sino que también permite reducir el tamaño y el peso de las baterías, lo que repercute directamente en el coste y la eficiencia de los vehículos.

 

En este sentido, la estrategia de la marca busca eliminar el problema del “cuello de botella” que representa actualmente la infraestructura de recarga. Hasta ahora, muchos usuarios descartaban el coche eléctrico por la falta de puntos rápidos, especialmente en trayectos largos o zonas rurales. Con cargadores capaces de igualar el tiempo de repostaje de un vehículo térmico, esa barrera pierde peso.

BYD, que ya ha consolidado su presencia comercial en España con una red de concesionarios en expansión, refuerza con esta medida su apuesta por liderar el cambio hacia una movilidad eléctrica sin compromisos. Si el despliegue se materializa según lo previsto, España podría situarse entre los primeros países europeos en contar con una red pública de recarga ultrarrápida a escala nacional.