No es que sea precisamente ningún secreto que es uno de los principales problemas que tienen hoy en día los coches eléctricos a nivel mundial es su autonomía. Cabe tener en cuenta que, como bien saben las marcas que fabrican este tipo de coches, la inmensa mayoría de los conductores no suelen recorrer grandes distancias de forma habitual en su día a día, sino que más bien suelen optar por distancias cortas, por lo que, en el día a día, contar con la autonomía reducida no es un problema.

Sin embargo, el problema llega a la hora de afrontar largos viajes en la autopista y carretera, especialmente viajes de muchos kilómetros en los que los coches eléctricos, al menos de momento, no están a la par respecto a los coches de combustión tradicional.

Si bien es cierto que cada vez están apareciendo más opciones en el mercado que optan por contar con grandes baterías muy potentes que les permiten tener autonomías que rondan los 700 km, es decir, autonomías que no se igualan en muchos casos a los modelos con motor de combustión, la inmensa mayoría de los coches eléctricos tienen autonomías mucho más reducidas.

La patente de Ford que puede cambiar la industria del coche eléctrico

En este sentido, tampoco es que sea precisamente ningún secreto que la inmensa mayoría de fabricantes están trabajando ya en intentar poder poner a la venta coches eléctricos con una mayor autonomía. Sin embargo, existen también otras formas de ampliar la autonomía de los coches eléctricos sin que ello dependa de la batería.

 

Un buen ejemplo de ello es una patente que ha registrado recientemente Ford, una de las marcas más potentes a nivel mundial, que pasa por qué no sea el coche el principal motivo de preocupación, sino la carretera en sí.

Se trata de una tecnología que consta de un sistema de bobinas de carga inalámbrica incrustadas en el propio pavimento de las autopistas así cómo otro tipo de carreteras, y que están conectadas a la red. El objetivo no es otro que cargar los coches eléctricos mientras circulan.

Cabe tener en cuenta que ya habido algunos experimentos en este sentido, y que sean muchos los fabricantes que consideran que, en un futuro, esta podría ser una solución más que interesante para los coches. El problema en este caso es que llevar a cabo la construcción e implementación de este tipo de carreteras ya no depende de los fabricantes de coches, sino de los gobiernos de cada país.