No quiere dar su nombre ni su edad. Inicialmente, tampoco quiere decir a quién ha votado, porque siente que lo ha hecho contra su voluntad. Acaba admitiendo que ha votado a Emmanuel Macron. "Pero yo no quería, han sido las circunstancias que me han forzado", insiste esta mujer musulmana a la salida de su colegio electoral, en el distrito XIX de París. Cuando le pregunto a quién votó en la primera vuelta, no duda: "Voté a Mélenchon, porque creo que es el que mejor nos defiende a nosotros, los más humildes".

Efectivamente, el distrito XIX, conocido como Buttes-Chaumont, es uno de los barrios más populares y multiculturales de la capital francesa. En la primera vuelta, el 23 de abril, Jean-Luc Mélenchon (Francia Insumisa), fue el más votado, con el 30,7% de los sufragios. Lo votaron gente como Mathilde, de 30 años, que esta vez ha optado por Macron. "Lo he hecho para combatir a Le Pen, porque soy una persona de izquierdas", se justifica a la salida de otro punto de votación del distrito XIX. "Espero que la gente del barrio se movilice, porque tengo mucho miedo de lo que pueda pasar", añade.

Un hombre no quiere dar su nombre pero no tiene problema para admitir que ha acabado votando al Frente Nacional. Es de los pocos que se atreven a admitir el voto a la extrema derecha. "Macron es todo marketing creado por los medios de comunicación", afirma. En cambio, "Marine Le Pen tiene propuestas de verdad, a diferencia de Macron, y está contra la globalización, como yo". En la primera vuelta votó, como muchos vecinos suyos, a Mélenchon.

Voto protesta

Cyprien y Elsa, una pareja de jóvenes periodistas, querían votar a Mélenchon en la primera vuelta. Con los sondeos en la mano, sin embargo, creyeron que la mejor opción era Macron. Han repetido. Están convencidos de que, al menos en París, habrá una movilización contra la extrema derecha.

"Marine Le Pen no representa los valores de los franceses. Es más bien un voto de protesta que un voto a favor de las ideas del Frente Nacional", dice ella. "Pienso que habrá un resultado evidente contra el extremismo".

A seis kilómetros de allí, otra joven pareja, François y Perrine, de 30 años, también han votado. Lo hacen en las céntricas instalaciones de Los Inválidos, en el acomodado distrito VII, donde está la Torre Eiffel. Allí, en la primera vuelta, el 52,7% de los electores votaron a François Fillon, de Los Republicanos, que partía como claro favorito. Tras el escándalo de los puestos de trabajo ficticios, estos dos jóvenes decidieron votar a Macron, como han hecho de nuevo en la segunda vuelta.

"En primer lugar, lo he votado para cerrar el paso al Frente Nacional. Después, porque creo que está menos politizado que el resto y podrá conseguir más fácilmente un consenso entre la derecha, la izquierda y el centro", asegura François. Perrine comparte esos motivos. "Además, el proyecto de Marine Le Pen es irrealizable tanto financiera como socialmente", añade ella. Espera que el resto de vecinos suyos adviertan lo que está en juego.

Cordón sanitario

Louis, de 24 años, sí votó a Fillon en la primera vuelta. "Yo soy gaullista, tengo ideas más bien de derecha liberal. Fillon era quien mejor me representaba", explica.

Esta vez no ha dudado a la hora de tomar la papeleta de Emmanuel Macron: "No me gusta nada Marine Le Pen, ni sus ideas. Ha sido un voto por defecto, creo". No se ha planteado ni el voto en blanco ni la abstención, porque favorecería a la candidata del Frente Nacional.

Jean Baptiste, de 55 años, también votó al candidato de Los Republicanos en la primera vuelta. Cree que hubo una operación mediática para tumbar su candidatura. Este domingo se ha desplazado hasta el centro de votación instalado en la alcaldía del VII distrito. ¿Qué papeleta ha escogido? "Ninguna. En blanco. Quería expresar que ni uno ni otra me gustan".

Los votantes de Mélenchon y Fillon, que se quedaron a las puertas de la segunda vuelta tras una primera vuelta muy abierta, suman más de 14 millones. Electores como los de los distritos VII y XIX de París son justamente los que inclinarán la balanza en esta segunda vuelta, en que el cordón sanitario contra la extrema derecha, el llamado "frente republicano", parece haberse roto.