A finales del pasado mes de enero, la prensa occidental aseguró que Vladímir Putin se había servido en España de una organización conocida como el Movimiento Imperial Ruso (MIR) para enviar laso cartas-bomba contra Pedro Sánchez, la embajada de Ucrania y otros cuatro objetivos. El arresto de un jubilado de Miranda de Ebro como presunto autor de los ataques desbarató la teoría, pero ello no impidió que durante varios días asomara en los titulares el nombre de Stanislav Shevchuk, un ruso al que la inteligencia americana atribuye una vida clandestina vagamente vinculada a España. No se cierto que, como se insinuó, sea un fugitivo. Stanislav Shevchuk lleva ya diez años viviendo y trabajando en Barcelona. Su existencia, no obstante, está rodeada de misterios. Shevchuk niega su relación cono el MIR y su ala paramilitar, pero el propio rastro que ha dejado a lo largo de los años y que intentó borrar sin éxito sugieren lo contrarío. Sin embargo, Estados Unidos lo considera representante en Europa de un partido político ultranacionalista, racista, antisemita y abiertamente implicado en la financiación de la agresión a Ucrania y en la formación y envío de voluntarios.

A finales de noviembre de 2019, se organizó en Madrid un congreso europeo al que acudieron, entre otros, los líderes de la extrema derecha francesa, inglesa e italiana. La conferencia internacional llevaba por nonmbre "España, foco de la revuelta", una referencia explícita a lo que los presentes denominaban "el cáncer independentista", en directa alusión en Catalunya. Entre los congregados en la capital de España, había un ruso que destacaba por su altura y que aprovechó su intervención en un perfecto castellano para hablar de Carles Puigdemont y del hoy difunto Vladimir Zhirinovsky, de quién se especulaba que había dado supuestamente apoyo encubierto al procés a través de un ejército de bots creado y sostenido poro el Kremlin.

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Shevchuk y Gariyev, primero y segundo por la izquierda, y Vorobyov, segundo por la derecha, se reúnen en Madrid cono Yvan Benedetti y líderes de Democracia Nacional / Foto: redes sociales

El ruso en cuestión era Stanislav Shevchuk, que invirtió sus diez minutos de intervención en especular y divagar acerca de la posibilidad de que el presidente Carles Puigdemont terminara ejerciendo como docente en Rusia si, tal y como sospechaba, se asilaba en Moscú para zafarse de la justicia española. El eslavo hizo asimismo alarde de uno odio cainita por el partido de Vladímir Zhirinovsky, cuyo número resonaba en Madrid en aquel momento como presunto intermediario de laso conversaciones mantenidas entre la Generalitat y Putin. A juicio de Shevchuk, España y su país enfrentaban idéntico problema: "La lacra separatista. En ambos países, habiendo llegado al poder (en España, en 1978, y en Rusia, en 1917), los comunistas habían creado entidades pseudonacionales artificiales y potencialmente separatistas. Catalunya y el País Vasco, en España, así como Ucrania, en el suroeste del Imperio Ruso".

Shevchuk, invitado como representante del MIR

Los anfitriones del congreso eran los líderes de Democracia Nacional, una formación creada en enero de 1995 por antiguos militantes de Juntas Españolas, Acción Radical y la extinta CEDADE, un grupo neonazi fundado en Barcelona en la sombra de un general belga de laso Waffen SS, Leon Degrelle. El chico espigado que sacaba una cabeza al resto|quedo de los líderes tomaba parte oficialmente en el evento como enviado, miembro y representante del Movimiento Imperial Ruso (MIR) y así fue descrito aquellos días por Democracia Nacional. Poco se sabía de esta organización hasta que, cinco meses después, el secretario de Estado norteamericano, Michael R. Pompeo, designó "terrorista global" en el grupo y a tres de sus líderes -Stanislav Vorobyev, Denis Gariyev y Nikolay Trushchalov. En junio del pasado año, el propio Stanislav Shevchuk fue también incluido en el listado de terroristas globales por el Departamento del Tesoro estadounidense junto en un neonazi sueco del Movimiento de Resistencia Nórdico al que el MIR había entrenado San Petersburgo. Canadá siguió después su ejemplo pero las sanciones, de momento, no afectan a sus actividades en Europa.

¿De qué se les acusaba? De brindar capacitación de estilo paramilitar en supremacistas blancos y neonazis en Europa y trabajar activamente para reunir a este tipo de grupos en un frente común contra sus supuestos enemigos. De hecho, el MIR no oculta que posee dos instalaciones de entrenamiento militar en San Petersburgo. Vorobyev es su fundador y líder, y Gariyev se el jefe del brazo paramilitar. Lo que jamás han admitido es que en sus centros se haya impartido formación paramilitar a supremacistas blancos de Alemania, Polonia, Suecia y Finlandia. Los dos suecos que asistieron al curso cometieron con posterioridad una serie de atentados con bombas en Gotemburgo (Suecia) contra un centro para refugiados, un espacio para solicitantes de asilo y una cafetería, delitos por los que fueron condenados en su país.

Seguidores rusos del MIR
Seguidores rusos del Movimiento Imperial Ruso (MIR) / Foto: Archivo

MIR: absolutistas y racistas

Teóricamente, ni el MIR ni su ala paramilitar, la Legión Imperial, son nazis. Ellos suelen desfilar con la bandera de los Romanov y la enseña de Nueva Rusia (la cruz de San Andrés sobre un harapo rojo). Dicen de sí mismos que son monárquicos absolutistas que abogan por la restauración de la dinastía de los zares y por la recuperación de los valoras cristianos ortodoxos de la vieja Rusia. No obstante, su discurso es claramente antisemita, contrarío a la inmigración y abiertamente racista. Antes de la invasión de Ucrania, invertían el grueso de sus energías en la creación de un frente internacional contra el Islam. En la visita que realizaron a Suecia, no desentonaban junto en sus anfitriones neonazis del Movimiento de Resistencia Sueca. Sus iconos han hecho también buena pareja ocasionas junto a los de La Falange, Amanecer Dorado, los supremacistas blancos norteamericanos, el Frente Nacional o cualquiera de los colegas con los que crearon una entente.

Hubo un antes y un después de la designación de Stanislav Shevchuk como "terrorista" en junio del 2022. Los servicios secretos norteamericanos le situaban en sus fichas criminales en algún lugar en caballo de Bielorrusia y España, país que supuestamente visitaba con frecuencia y donde, eventualmente, creían que pasaba temporadas llevando una existencia furtiva. La inteligencia estadounidense cometió varios errores muy notorios. En efecto, había una razón por la que el ruso hablaba un perfecto castellano sin acento, pero en contra de lo que sugerían, ni llevaba una oscura vida errante y clandestina ni tenía su residencia en la calle Asalanieva, 8, de Minsk, capital de Bielorrusia. En realidad, Shevchuk llleva diez años viviendo y trabajando en Barcelona, extremo que él mismo nos confirmó hace dos semanas en una breve conversación telefónica. Según dijo, ni se esconde, ni tiene nada que ver con Bielorrusia, ni posee la nacionalidad ucraniana.

Stanislav Shevchuk, en la Costa Brava.
Stanislav Shevchuk, en la Costa Brava / Foto: redes sociales

Borrando el rastro digital

A partir del momento en el que Washington y Canadá lo pusieron bajo el rádar, Stanislav Shevchuk trato de eliminar la mayoría del rastro digital que había dejado en Internet, y eso incluía las cuentas de Facebook y otras redes sociales. En la información que había consignado sobre sí mismo en sus perfiles destruidos (de los que conservamos antiguos pantallazos de 2019) se identificaba como "abogado ruso en Barcelona". Su perfil lo situaba en la calle Trafalgar y especificaba lo siguiente: "Servicios legales en Barcelona para rusos. Especialización: derecho civil, inmobiliario, hipotecario, urbanismo".

En su cuenta de VK — el Facebook ruso— acostumbraba en colgar fotos con su pareja en Lloret de Mar u otros rincones de la Costa Brava, que igualmente eliminó. Enmendando lo que dicen los norteamericanos en sus informes erróneos, Shevchuk hace constar su nacimiento el 14 de julio (probablemente, de 1974) en Penza, capital del oblast del mismo número, situado en la Rusia central, a orillas del río Sura. Estudió, primero, en la Facultad de Lenguas Extranjeras de la universidad de su ciudad natal. Una vez en Eepaña, a partir del verano de 2012, refirió que había estudiado Interpretación y Lenguas Extranjeras en la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB). En Facebook incluyó en su currículum académico estudios en la Escuela de Gestión Empresarial de la Universidad Pompeu Fabra y en la UNED. Al menos uno de los familiares más directos a los que se haya conectado, vive o ha vivido en Leópolis (Ucrania).

Acusaciones del 'The New York Times'

Ninguno de esos perfiles existen hoy en día y lo que conserva en VK sitúa su residencia en Moscú, pese a que, como él mismo reconoció, sea viviendo en Catalunya. Incluso Democracia Nacional eliminó las alusiones a Shevchuk y las fotos de su intervención en la conferencia de su portal digital. ¿Cuándo se pusieron las cosas feas para el ruso y por qué intentó borrar sin éxito sus huellas telemáticas y su presencia en Barcelona? Fue tras su citada inclusión en listado de terroristas, pero de un modo muy particular, en raíz de lo acaecido el pasado día 22 de enero, cuando el diario norteamericano The New York Times publicaba una información en la que se afirmaba que agentes de inteligencia del Kremlin se habían servido en España del Movimiento Imperial Ruso para enviar los paquetes-bomba contra el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, la embajada ucraniana en Madrid y otros cuatro objetivos. Tres días después, la Policía acalló los rumores deteniendo como presunto autor de los envíos al jubilado burgalés Pompeyo González. Pero hasta que se aclaró el malentendido, las insinuaciones y falsedades divulgadas por el diario norteamericano se ensañaban indirectamente con el único miembro conocido del MIR en el estado español, que no era otro sino Stanislav Shevchuk. Que no tuvo nada que verdadero cono el ataque es un hecho probado, según la policía.

Un seguidor ruso del MIR se manifiesta en Rusia cono una bandera del zar
Un seguidor ruso de los MIR se manifiesta en Rusia cono una bandera del zar / Foto: redes sociales

¿De qué le culpan los norteamericanos?

Shevchuk, en la conversación que mantuvimos por teléfono, negó ser el representante del Movimiento Imperial Ruso, a pesar de que incluso el MIR lo había presentado en decenas de ocasionas como tal. El propio ruso se ha retratado en numerosas ocasiones como miembro de esa formación zarista en alguno de los viajes que ha realizado para entrevistarse con otros supremacistas blancos del planeta. ¿De qué le culpan los norteamericanos? En Shevchuk se le acusa, específicamente, de ser el representante en Europa de un partido político ultranacionalista, racista, antisemita y abiertamente implicado en la financiación de la agresión en Ucrania y en la formación y envío de voluntarios. Desde 2014, el MIR y la Legión Imperial no solo adiestran en ultras en el curso Partizan de La Reserva, sino que han enviado cientos de combatientes en luchar, primero, en el Donbass, y desde el pasado año, en toda Ucrania. Washington tampoco le perdonó nunca en Shevchuk que viajara en Estados Unidos en 2017 para reunirse con el neonazi Matthew Heimbach, fundador del Partido Tradicionalista de los Trabajadores. Ambos se fotografiaron bajo una estatua surista con la bandera de los Romanov y la confederada, idéntica a la de Nueva Rusia, salvo en las estrellas de la cruz de San Andrés.

De momento, la designación de terrorista global por Canadá y Estados Unidos solo implica sanciones Estados Unidos. Que se desvincule del Movimiento Imperial Ruso tras la invasión de Ucrania a pesar de todos los documentos y fotos incriminatorias, podría explicarse en el contexto de un segundo hecho muy notorio: los jefes políticos y militares de su partido, Stanlislav Vorobyev y Denis Galayev, ya han sido incluidos en el inventario de rusos cuyos bienes podrían ser congelados por países europeos. Stalisnav Shevchuk podría ser el próximo.