El Gobierno de Israel está intentando resolver la fuga de médicos, que es una constante en este país. En Catalunya existe fuga de médicos porque muchos se marchan al extranjero después de haber cursado la carrera en el país, a causa de que las condiciones económicas son mejores, y en cambio en Israel el problema es que ya van directamente a estudiar a fuera, porque hay pocas plazas disponibles en las universidades a causa de su gran éxito.

Ante de eso, el gobierno israelí ha decidido no permitir a partir de ahora que estudiantes extranjeros estudien medicina en Israel, y les prohibirá la entrada en la Facultad de Medicina Sackler de la Universidad de Tel Aviv, en la Facultad de Ciencias de la Salud Ben-Gurion (BGU) de Beersheba y en la Facultad de Medicina Rappaport del Technion-Israel Institute of Technology de Haifa (Instituto Tecnológico de Israel). Las tres son facultades de gran prestigio, que tienen una fuerte presión internacional por ir a estudiar en ellas.

El Consejo de Educación Superior (CHE) ya recomendó en el 2018 aplicar esta medida ante el gran número de israelíes que viajan a Europa para convertirse en médicos, al no ser aceptados en las facultades israelíes. De esta manera las clases del 2026 serán las últimas para los norteamericanos y canadienses que viajaron a Israel para obtener el título de médico en una carrera de cuatro años en las tres famosas facultades israelíes.

Actualmente sólo 900 israelíes son admitidos anualmente en las facultades de medicina de Israel, y un gran número se va a Europa -Hungría, Italia, Rumania, Alemania, Holanda y otros- para conseguir el título de médico. Los israelíes árabes acuden sobre todo a Jordania. El Ministerio de Salud tiene previsto aumentar la cifra de israelíes a 1.200.

El sistema sanitario israelí no tiene nada que ver con el europeo, y está basado en el modelo cooperativo sionista de antes de la independencia en 1948. La asistencia sanitaria es universal y se basa en un seguro médico obligatorio que el ciudadano escoge a partir de cuatro opciones económicas e ideológicas. Cada una de ellas ofrece una cesta integral de servicios de salud diferente, y pugnan por captar clientes. Además ningún ciudadano puede quedar al margen de la sanidad, y las cuatro opciones reciben un plus del Estado si atienden a personas marginadas o cubren lugares geográficamente aislados. Según los defensores de este modelo, con este funcionamiento se favorece la competencia y la investigación científica, y es uno de los puntales de los avances israelíes en sanidad. Además tiene uno de los costes por paciente más bajos del mundo.