Haz de juez entre la portada de ABC y las de La Vanguardia, El Periódico y El País, estas últimas consideradas como un solo bloque porque en la foto principal se ve la misma escena, editada de forma muy diferente. En el bloque de los tres diarios se ve a un padre —desconcertado, la mirada ausente y remota— que toma la mano de su hija de 15 años, muerta bajo los escombros de su casa. La mano es la única cosa que se ve de la chica, enterrada entre un colchón y una placa de cemento de un palmo o más de grosor —quizás el techo o una pared. Parece que la chica dormía y la muerte le cayó encima. La foto te deja imaginar el resto. El padre, como todos los padres, ya habría graduado a la hija de médico o de maestra. La habría casado diez veces en su cabeza. Pensaría en una vejez tranquila. Quizás había probado unos nombres para los nietos. Son portadas veraces. Portadas de muerte.

La portada de ABC publica dos fotografías, casi media portada para cada una. En una, un padre rescata a su hija entre los escombros. Debe tener tres o cuatro años y otea al fotógrafo asustada y sorprendida. Parece mentira que se haya salvado. En la otra foto, dos hermanos de entre tres y seis años, atrapados entre dos planchas de cemento o dos vigas, miran a cámara con los ojos cargados de miedo. También se han salvado. Son el futuro de su país. Sus padres, como todos los padres, podrán imaginarlos médicos o maestros. Fantasear con su boda diez, cien, mil veces, pensar que les tratarán bien cuando sean mayores y que quizás disfrutarán de los nietos. Son portadas veraces. Portadas de vida.

Làstima El Mundo. Entre tanta calamidad, tiene en el sótano de portada una historia de vida fenomenal. En Afrin, Siria, devastada por el terremoto y la guerra, han encontrado a la hija de Aafra, aun unida por el cordón umbilical a su madre, muerta como el resto de la familia. Un primo se hará cargo del bebé cuando salga del hospital. El diario tiene la foto y la historia, que es una metáfora demasiado buena para enterrarla en los bajos de la página.

¿Por qué la insistencia en aplaudir las "portadas de vida"? Pues porque las necesitamos. Somos tristes, cenizos y gafes. Lo manifiestan varios estudios. El último informe de Gallup sobre emociones globales (pdf) muestra un aumento de la negatividad desde hace casi una década. En el 2021 se declararon "preocupadas" el 42% de las casi 127.000 personas encuestadas en 122 países, "estresadas" el 41% y "tristes" el 28%. En TikTok, la red social de éxito entre adolescentes, se ha puesto de moda grabarse llorando y compartiendo desamores. Otro estudio, que ha analizado 150.000 canciones en inglés, avisa: desde mediados de los años 60 aumenta el uso de palabras ligadas a experiencias negativas. Más: psicólogos de la Universidad de Cambridge han analizado casi tres millones de publicaciones de políticos y medios en Facebook y Twitter. Resultado: las que insultan o ridiculizan a los rivales ideológicos son compartidas hasta el doble a veces que cualquier otra.

La tendencia en los medios de comunicación sigue una dirección similar: un análisis de 23 millones de titulares de 47 medios de los Estados Unidos descubrió que, len os últimos veinte años, sentimientos como la ira, la aflicción o la tristeza están significativamente más presentes cada año. No hace falta esconder ni disimular que la vida es muy dura, que la naturaleza puede ser muy cruel —el terremoto de Turquia...— que la perversidad de los hombres puede ser grande —la guerra de Ucrania.... Pero quizás los medios podemos hacer alguna cosa más que ensañarnos con el malestar, la desazón y el dolor. ABC lo logra este miércoles.

ABC
ABC
El Periódico
El Periódico
La Vanguardia
La Vanguardia
El País
El País
El Mundo
El Mundo
Ahora
Ara
El Punt Avui
El Punt Avui
La Razón
La Razón