El papa Francisco ha denunciado este viernes la muerte de miles de personas en el Mediterráneo y ha elogiado a los socorristas que salvan las vidas de los migrantes en el mar, y en especial la ONG ProActiva Open Arms, durante la misa que ha celebrado en la plaza de San Pedro para recordar su visita de hace cinco años a la isla italiana de Lampedusa.

Mientras Italia cierra sus puertos a las ONG que salvan la vida de los inmigrantes en el Mediterráneo Central y su ministro del Interior, Matteo Salvini, los compara con los traficantes, el Papa ha asegurado en su homilía que "la única respuesta sensata es la solidaridad y la misericordia". Y en un mensaje que parecía dedicado a los estados europeos, les ha pedido ante los actuales desafíos de la inmigración "una respuesta sin demasiados cálculos, pero que exige una equitativa división de la responsabilidad, una honesta y sincera evaluación de las alternativas y una gestión estudiada".

Han pasado cinco años desde que Francisco eligió como su primer viaje la pequeña isla de Lampedusa, a sólo 113 kilómetros de las costas africanas, símbolo del drama de la inmigración, pero desde entonces las respuestas "no han sido suficientes". El Papa ha destacado en su homilía que desde Lampedusa preguntó a toda la humanidad: "¿Dónde está tu hermano"?, pero que las respuestas a este llamamiento "aunque generosas, no han sido suficientes y nos encontramos llorando hoy miles de muertos".

Según la Organización internacional de las Migraciones (OIM), en lo que va de año han perdido la vida en el Mediterráneo cerca de 1.500 personas, 200 de ellas los últimos días al hundirse la barca en la que iban sin que nadie pudiera socorrerlos.

Francisco también ha denunciado la "tentación muy presente en nuestros días que se traduce en encerrarse los que tienen derecho, como nosotros, a la seguridad, a una condición digna y que construye muros, reales o imaginarios, en vez de puentes".

En los bancos de la basílica de San Pedro hoy se han sentado decenas de refugiados, entre ellos dos familias, una de Costa de Marfil y otra de Nigeria; dos jóvenes de Iraq, una mujer somalí, una madre nigeriana con sus hijos y tres refugiados llegados de Mali, Nigeria y el Camerún, como ha explicado la Fundación Astali, de los jesuitas, que se ocupa de la acogida de inmigrantes. También ha asistido a una representación de la ONG española Open Arms, entre ellos su fundador, Òscar Camps, que se dedica al salvamento de inmigrantes en el Mediterráneo Central.

A ellos, a los socorristas procedentes de España, el Papa se ha dirigido a ellos en español y les ha animado que sigan siendo testimonios de la esperanza en un "mundo reticente a compartir". "Quise celebrar el quinto aniversario de mi visita a Lampedusa con ustedes, que representan a los socorristas y los rescatados en el Mar Mediterráneo", ha dicho Francisco al dirigir después de su homilía unas palabras "directamente a los fieles llegados de España".

Ha seguido expresando a los socorristas el agradecimiento "por encarnar hoy la parábola del Buen Samaritano, que se detuvo a salvar la vida del pobre hombre golpeado por los bandidos, sin preguntarle cuál era su procedencia, sus razones de viaje o sus documentos".

Mientras que a los rescatados el Papa ha enviado "su solidaridad y aliento, ya que conozco bien las tragedias de las cuales se están escapando".