La Unión Europea quiere evitar dilatar demasiado la negociación del Brexit. En un momento en el que vive varias crisis, la última, el referéndum italiano, sumada al aumento de la extrema derecha y el populismo contrarios al proyecto europeo, no se puede permitir el lujo de mostrarse débil con Londres. Por eso, el negociador de la Comisión Europea, Michel Barnier, ha advertido este martes al Gobierno británico que "habrá menos de 18 meses para negociar" una vez se active la salida del Reino Unido, y les ha recordado que ya están preparados para recibir la notificación británica.

Aunque el artículo 50 del Tratado de Lisboa da un margen de dos años para hacer efectiva la salida, periodo que se puede alargar si las dos partes lo quieren, Barnier ha fijado como límite en octubre del 2018 como fecha para alcanzar un acuerdo con Londres. Sin embargo, ha matizado que el periodo real será de dos años, ya que considera que en este tiempo entra también la ratificación del pacto por el Consejo, la Eurocámara y el Parlamento de Westminster.

Objetivo: evitar otro 'Brexit'

Barnier ha aprovechado también su comparecencia para remarcar que los países que salgan de la UE "nunca podran tener los mismos derechos y beneficios" que sus miembros, intentando evitar así que otros países quieran emprender el camino del referéndum para irse, como los Países Bajos. Para Europa, el mercado único y la libertad de personas son cosas "indivisibles", así ha advertido Barnier al Gobierno británico. El Reino Unido, en cambio, quiere seguir dentro de la libre circulación de bienes y servicios, pero sin tener que tomar parte en la libertad de circulación de personas.

Este es el punto más sensible de la negociación y en el que se encontrarán las principales diferencias entre los dos bandos. Barnier ha dicho que hay "diferentes modelos" de relación entre los países terceros y la UE, pero no hay ningún caso que tenga las condiciones que quiere el Reino Unido. Noruega, por ejemplo, está dentro del mercado único pero también forma parte del espacio de libre circulación de personas, Schengen, condición que Londres no tiene actualmente y que rechaza frontalmente en cualquier escenario de futuro.

Otro de los puntos sensibles, sin embargo, son las consecuencias que podría tener para Irlanda. Este es el único punto donde se podría crear una frontera física entre el sur y el norte por primera vez si la cuestión no se estipula en las negociaciones. Por eso, Barnier ha asegurado que tomarán sensibilidad con el tema y que intentarán "encontrar el camino para preservar el éxito de los Acuerdos del Viernes Santo y mantener el diálogo". En la rueda de prensa, sin embargo, el negociador no se ha referido al caso de Escocia, que también es sensible porque su gobierno amenaza al número 10 de Downing Street con hacer un segundo referéndum de independencia.