La entrada al año nuevo en el Reino Unido se presenta más reivindicativa que festiva. Frente a la inflación desbocada y el aumento del coste de la vida, miles de trabajadores, muchos de ellos del sector público, ya protagonizaron masivas huelgas laborales para reclamar mejores sueldos y condiciones a lo largo de diciembre. Fue durante este periodo que la NHS (la sanidad pública británica) experimentó la interrupción de la actividad más importante en su historia, con 25.000 profesionales en huelga, mientras que los operarios de ambulancia para registrar el paro mayor en tres décadas.

Las vacaciones de Navidad no han dado tregua, y de hecho este enero se espera que sea todavía más caliente, con nuevas huelgas convocadas para 15 días de los 30 que tiene el mes, y con la presencia de aún más sectores movilizados. Entre estos, hay el del transporte, con paradas de los trabajadores de tren y autobuses y los operarios de las autopistas; el de sanidad, en que participarán enfermeros y operarios de ambulancias; y todavía de otros, como los profesores de autoescuela, funcionarios del ámbito rural y el sector de la educación escocés. Los sindicatos han exigido incrementos salariales en línea con la inflación con el fin de no perder poder adquisitivo, mientras que el gobierno del Reino Unido solo ha ofrecido aumentos limitados.

Rishi Sunak sitúa España como ejemplo

Para intentar revertir la amenaza de las huelgas, el primer ministro conservador, Rishi Sunak, ha reaccionado anunciando que pretende impulsar legislación que reduzca los efectos de las huelgas. La propuesta obligará a los sindicatos a garantizar un servicio mínimo en sectores como los bomberos, la sanidad y el transporte ferroviario, y plantea multas en caso de que no se cumplan. Sunak ha explicado que el gobierno británico "cree en el papel de los sindicatos en la sociedad y su libertad para anunciar huelgas", pero ha advertido que este derecho se tiene que "equilibrar" con el derecho de la ciudadanía a vivir "libres de una disrupción significativa". "Por eso impulsaremos nuevas leyes en común con países como Francia, Italia y España", se ha justificado. El texto podría llegar al Parlamento Británico en las próximas semanas, y ya ha recibido la crítica encarnizada de los sindicatos, que lo han descrito como legislación "antisindical", y también del Partido Laborista.

A pesar del anuncio, hecho este jueves, los trabajadores han mantenido el pulso. Hoy, el sector ferroviario británico ha reanudado una huelga de 48 horas, mientras que los examinadores de conducción y los agentes de autopistas también han protagonizado paradas en algunas zonas del Reino Unido. Unos 40.000 miembros del sindicato RMT se han adherido a la medida de fuerza. El secretario general de la organización laboral, Mick Lynch, ha explicado a EFE que los profesionales en huelga se oponen al empeoramiento de sus condiciones y a los "miles de despidos" que amenazan el sector por la abolición prevista de las taquillas y de los inspectores de trenes en el país. Lynch también ha acusado al gobierno de Sunak de interferir a las negociaciones con los empresarios "por motivos ideológicos", retrasando los encuentros, que hace un mes que no se celebran, porque "quería anunciar primero nuevas leyes antisindicales que suprimen los derechos de los sindicatos" en el Reino Unido.