Stanislav Martiniuk, un niño de ocho años, aparece orgulloso en su foto escolar, con gafas y las manos cruzadas sobre el pupitre, mostrándose como un estudiante serio y encantador. Esta imagen, junto con las de su hermana Tamara, de 12 años, y su hermano Roman, de 17, se expuso en un monumento improvisado a su escuela en Korostishiv. Desgraciadamente, los tres hermanos murieron cuando un ataque ruso impactó su casa durante el fin de semana, destaca la CNN. Ellos formaban parte de al menos 14 civiles muertos en la reciente ola de ataques aéreos rusos contra ciudades ucranianas. Los analistas explican que esta brutal campaña forma parte de una estrategia calculada de Rusia para aparentar que tiene la iniciativa al conflicto, debilitar la moral ucraniana y presionar a los aliados occidentales de Kyiv.
Rusia intensifica ataques aéreos
Desde el otoño pasado, Rusia ha intensificado los ataques aéreos después de ampliar la producción de sus drones Shahed, fabricados a partir de un modelo iraní, que se han convertido en su arma principal. Los ataques crecieron todavía más a partir de enero, coincidiendo con el retorno de Donald Trump en la presidencia de los Estados Unidos. Cinco de los mayores ataques con drones rusos se han producido desde entonces, cuatro de ellos en los últimos diez días, según CNN.
Trump, que durante la campaña prometió acabar la guerra en 24 horas si volvía al poder, ha mostrado impaciencia tanto con Moscú como con Kyiv. Ha oscilado entre amenazas de más sanciones contra Rusia y sugerencias de desentenderse completamente del conflicto. Después del ataque aéreo mayor de Rusia desde el inicio de la guerra, Trump calificó Putin de "completamente loco" en las redes sociales, aunque también criticó Zelenski para afirmar que el silencio de los EE.UU. anima a Putin a continuar la ofensiva.
Los expertos del Instituto para el Estudio de la Guerra explican que la campaña aérea rusa quiere crear la ilusión que Moscú está ganando, en un esfuerzo por minar la moral ucraniana y convencer Occidente de que ayudar a Kyiv es inútil. Putin sabe que solo puede ganar si los aliados occidentales dejan de dar apoyo militar en Ucrania.
Los ataques rusos a los países europeos
Paralelamente, los aliados europeos de Kyiv han sufrido sabotajes, ciberataques y actos de incendio vinculados a Rusia, para presionarlos a abandonar el apoyo a Ucrania. Putin también ha frenado las negociaciones de tregua propuestas por Trump, haciéndose pasar por cooperativo y culpando a Kyiv por la falta de acuerdos. Trump ha dejado claro que no quiere que la ayuda militar norteamericana a Ucrania continúe como hasta ahora. A principios de año, los envíos se suspendieron temporalmente por desacuerdos con Zelenski, pero se reanudaron posteriormente, aunque eso envió un mensaje a Putin sobre la voluntad de Trump de retirar el apoyo.
Aunque Rusia domina el aire, está lejos de ganar la guerra. El analista Mark Galeotti describe, en la CNN, la situación como una derrota para ambas partes, aunque los ucranianos están perdiendo más rápidamente. Cuando Rusia inició la invasión masiva en Ucrania en febrero de 2022, esperaba conquistar el país en pocos días. Pero Ucrania resistió con firmeza, y con la ayuda occidental, ha recuperado grandes territorios. La línea del frente prácticamente no se ha movido desde la recuperación de Jersón, en noviembre de 2023.
La guerra y las consecuencias
Las consecuencias de los ataques rusos son terribles. Al menos 209 civiles murieron en el país el mes pasado, el más mortal desde septiembre de 2024. Los niños también han sufrido mucho: 19 muertos y 78 heridos, el peor mes desde junio de 2022. Este mayo ha sido especialmente trágico. Ihor Klymenko, ministro de Interior ucraniano, declaró que los ataques del fin de semana buscan "crear miedo y muerte". Los padres de los tres niños Martiniuk resultaron heridos, la madre está gravemente afectada. Roman estaba a punto de acabar la escuela, según dijo el centro educativo y recoge el portal norteamericano.
La profesora de Tamara describió el día como muy difícil para la escuela, dónde las ventanas habían quedado destruidas por la onda expansiva y un monumento conmemorativo estaba lleno de flores y peluches. La comunidad escolar quedó muy afectada, y muchos niños no pudieron asistir a la conmemoración. La mayoría vinieron vestidos de negro en señal de luto, y Tamara, como todos sus hermanos, era una niña modesta.