Un nuevo programa para distribuir alimentos en Gaza, impulsado por la Gaza Humanitarian Foundation (GHF) con el apoyo de Israel y Estados Unidos, ha empezado recientemente, pero ya se encuentra envuelto en una grave crisis y tragedia. Este sistema sustituye el liderazgo tradicional de las Naciones Unidas (ONU) en la entrega de ayuda, pero las primeras semanas han sido marcadas por la violencia y la desesperación.

Decenas de palestinos han muerto en los últimos días mientras intentaban acceder a los puntos de distribución gestionados por la GHF, especialmente en la ciudad de Rafah. Según testimonios y autoridades palestinas, las fuerzas israelíes han disparado contra civiles que se acercaban a los puntos de ayuda. El ejército israelí ha admitido haber abierto fuego en varias ocasiones contra personas que, según ellos, se alejaban de las rutas designadas, a pesar de afirmar que no dispararon directamente dentro o cerca de los centros de entrega.

La crisis alimentaria en Gaza, agravada

La crisis alimentaria en Gaza se ha agravado después de que Israel interrumpiera la entrada de ayuda humanitaria en marzo, buscando presionar a Hamás para liberar rehenes capturados el 7 de octubre de 2023. Durante 11 semanas no entraron suministros, llevando al hambre a gran parte de la población. Aunque recientemente se ha permitido una pequeña entrada de ayuda, la cantidad es insuficiente.

La GHF es una organización privada creada para tomar el relevo de las agencias de la ONU, a la que Israel acusa de haber permitido que Hamás desviara parte de la ayuda. Esta fundación utiliza contratistas militares privados y ha establecido cuatro puntos de distribución “seguros”, con la intención de abastecer cerca de 1,2 millones de personas, muy por debajo de los 400 puntos que gestionaba la ONU antes de ser expulsada por Israel.

Personas desesperadas y tiros de advertencia

El primer día de operaciones de la GHF estuvo marcado por el caos, con miles de personas desesperadas y tiros de advertencia por parte de las fuerzas israelíes. Las víctimas mortales de los últimos días han sido denunciadas por autoridades palestinas y organizaciones médicas, a pesar de las negaciones parciales del ejército israelí. Testigos hablan de civiles hambrientos muertos a tiros mientras intentaban llegar a la ayuda.

La respuesta internacional ha sido contundente. El secretario general de la ONU, António Guterres, ha exigido una investigación independiente y ha calificado de “terrible” que la gente tenga que jugarse la vida para comer. El Alto Comisionado de Derechos Humanos de la ONU ha denunciado que los palestinos se ven obligados a escoger entre morir de hambre o morir a tiros. Otras voces, como la del jefe del UNRWA, han calificado la nueva distribución como una “trampa mortal”.

La Unión Europea ha criticado el modelo privado de la GHF, y varios líderes mundiales han advertido que podrían imponer sanciones si Israel no detiene la ofensiva y permite el acceso completo de la ayuda. Mientras tanto, el hambre sigue afectando a millones de personas, con decenas de muertos y una situación humanitaria cada vez más insostenible.