Un tribunal de la ciudad francesa de Besançon, situada cerca de la frontera con Suiza, ha condenado este jueves a cadena perpetua al anestesista Frédéric Péchier, de 53 años, por haber envenenado deliberadamente a una treintena de pacientes durante intervenciones quirúrgicas. Doce de las víctimas murieron como consecuencia directa de los envenenamientos, en unos hechos que el tribunal ha calificado de extrema gravedad y que han conmocionado profundamente la opinión pública francesa.
Tras una instrucción judicial que se ha alargado durante ocho años, los magistrados han concluido que no existe ninguna duda sobre la voluntad de Péchier de poner fin a la vida de los pacientes. Aunque el acusado siempre ha negado los hechos y ha ofrecido diversas explicaciones alternativas, estas no han sido consideradas creíbles. La sentencia lo describe como “uno de los mayores criminales de la historia” del país y lo declara culpable de “utilizar la medicina para matar”, una expresión que resume la dimensión simbólica del caso.
¿Cómo se produjeron los crímenes?
Los crímenes se produjeron entre los años 2008 y 2017 en dos clínicas privadas de Besançon. Las víctimas tenían edades comprendidas entre los 4 y los 89 años y eran sometidas a operaciones a menudo rutinarias. Según la investigación, Péchier contaminaba los productos anestésicos con sustancias como potasio, adrenalina o heparina, provocando paradas cardíacas o hemorragias graves durante las intervenciones quirúrgicas practicadas por otros cirujanos.
La fiscalía sostuvo que el anestesista actuaba movido por conflictos profesionales con sus compañeros y que, al provocar incidentes médicos graves, ejercía una fuerte presión psicológica sobre el equipo sanitario. Además, señaló que los envenenamientos alimentaban una supuesta “sed de poder” del acusado, que disfrutaba controlando situaciones límite dentro del quirófano
El juicio se ha prolongado durante tres meses y medio y ha contado con el testimonio de más de 150 personas. Las sesiones han estado marcadas por momentos de gran tensión, especialmente durante los interrogatorios a Péchier, que no mostró empatía hacia las víctimas ni sus familias. Durante el proceso, se definió a sí mismo como un “hombre destruido” y recordó su intento de suicidio en 2021.
Una de las abogadas generales, Thérèse Brunisso, subrayó el carácter especialmente alarmante de los crímenes, ya que rompen el tabú social según el cual los médicos están para curar. Recordó que muchas de las operaciones afectadas eran banales, como cataratas en personas mayores o amígdalas en niños, lo que incrementa la angustia social generada por el caso.
A pesar de la condena a cadena perpetua, la legislación francesa permite que Péchier pueda optar a la libertad condicional al cabo de 22 años, según las circunstancias. La sentencia incluye también la prohibición definitiva de ejercer la medicina. Su abogado, Randall Schwerdorffer, ya ha anunciado que recurrirá la decisión judicial y mantiene que su cliente es inocente.