No se puede juzgar un libro por su cubierta, ni se puede identificar el origen de nadie por aspectos externos. Sin embargo, seamos sinceros: a veces nos reconocemos entre nosotros por las cosas más surrealistas o los detalles más pequeños. A veces estás, no sé, en Praga, y te cruzas con alguien y dices: ¡un catalán!

✈️ Viajar a Praga: cuándo ir para no quedar sepultado entre los demás turistas
 

💸 4 secretos para encontrar vuelos baratísimos este 2023
 

¿Cómo lo haces? Pequeñas señales, como estas cinco que te revelamos en La Tumbona de ElNacional.cat, y que nos señalan como catalanes ante cualquier persona mínimamente observadora.

Señales involuntarias de catalanidad cuando vamos de viaje

1. Probar los embutidos de fuera y compararlos con los de casa

Fuet, bull, butifarras... toda cultura ha desarrollado sus embutidos, pero los catalanes los tenemos tan en el centro de nuestra gastronomía, que no podemos evitar buscar y comparar cuando salimos de viaje, por ejemplo, en los bufetes de los hoteles.

Y muchos acaban decidiendo, por cierto, que los mejores embutidos son los de casa.

2. Mirar a uno y otro lado como si estuviéramos poseídos cuando oímos hablar catalán

Hasta los catalanes menos nacionalistas sienten una pequeña sacudida en el corazoncito cuando oyen hablar catalán fuera de Catalunya, y buscan a la persona que lo está hablando. No necesariamente para decirle nada, porque también tenemos ese punto asocial. Simplemente para tenerlo localizado.

Y eso nos puede pasar igual en Edimburgo que en Madrid.

3. Decir "adeu" cuando salimos de algún sitio

No lo podemos evitar. Adeu, o mejor su versión corta, "deu", es lo que decimos cuando nos marchamos de un sitio, aunque seamos castellanohablantes. Ni lo pensamos. Y revela que somos catalanes de forma más flagrante que una bandera de cien metros de anchura.

4. Querer pan con tomate

Para nosotros, el pan y el tomate van asociados irremediablemente. En el resto de España ya existe la costumbre también, con aquello que llaman "pantumaca", que tampoco tiene mucho que ver con cómo lo preparamos aquí, pero bueno, da igual... El hecho es que estamos acostumbrados y lo buscamos como rutina. Y en el extranjero se nos nota mucho, no ves a nadie más cortando un tomate con un cuchillo para "sucarlo" (sic) en el pan del bufé.

5. Hablar del precio de las cosas para quejarse

Los catalanes todo el día pagamos, y todo el día nos quejamos por pagar, y cuando salimos fuera se nos nota, y desde dos vertientes diferentes:

  • Los que viajan a destinos donde todo parece más barato, se quejan diciendo "eso sí que es barato, en Catalunya por eso pagaríamos el doble".
  • Los que viajan a destinos donde todo parece más caro, se quejan diciendo "madre mía, si hasta en Catalunya es más barato".

Sé sincero: ¿cuáles de estas señales has enviado tú más de una vez cuando viajas? ¿Se te ocurren otros signos ocultos de catalanidad que nos delatan al salir de viaje en verano? Y, por cierto, ¿en catalán verano se dice "estiu" o "istiu"?