Tal día como hoy del año 1789, hace 235 años, y pasadas veinticuatro horas del estallido de la protesta popular contra el aumento desorbitado de los precios de los alimentos básicos de la época (pan, vino, carne, aceite), que sería conocida como el Rebombori del Pa, las autoridades borbónicas sentenciaban a muerte a Josepa Vilaret, acusada de liderar los disturbios que se saldaron con el incendio de varias "barracas" o tiendas de despacho de pan, y la tentativa de incendio de la residencia del capitán general González Bassencourt, en el Pla de Palau. Josepa Vilaret era una persona de extracción humilde, madre de una familia numerosa y fue presentada como el chivo expiatorio de aquellos disturbios por su condición de mujer, negra y pobre.

La investigación historiográfica moderna pone de relieve el papel de las mujeres de Barcelona en aquella formidable protesta. Estos mismos estudios, afirman que gran parte de aquel movimiento estaría formado por mujeres; que, en el momento culminante de la crisis, sumaron más de 8.000 activistas en una ciudad de 100.000 habitantes. La naturaleza fundamentalmente femenina de aquella protesta asustó e irritó a partes iguales el régimen borbónico. El capitán general González Bassencourt ordenó cargas de caballería, blandiendo la espada, contra las concentradas en el Pla de Palau; y cargas de infantería, con bayoneta calada, contra las manifestantes del Born y del Raval, que se saldarían con un número indeterminado de manifestantes muertas.

Josepa Vilaret, popularmente "la Negreta", fue detenida el día 28 de febrero por la noche, y el 29 fue condenada a muerte por González Bassencourt (los capitanes generales del régimen borbónico reunían los poderes político, militar y judicial). La sentencia se ejecutaría tres meses justos después de la detención (28 de mayo de 1789), en el recinto militar de la Ciutadella. Y quien ordenaría el cumplimiento de la sentencia sería el capitán general Antonio de Lacy y White, que había relevado a González Bassencourt, cesado por sus métodos represivos. No obstante, Lacy ordenaría cinco ejecuciones sumarias por los Rebomboris. Veintiocho años más tarde, intentaría un levantamiento militar de carácter liberal en Barcelona, que no recibiría ningún apoyo, y que provocaría que lo fusilaran.