Tal día como hoy del año 1842, hace 180 años, el general Espartero, regente de España por la minoría de edad de Isabel II, ordenaba el bombardeo indiscriminado de la ciudad de Barcelona desde la batería de artillería del ejército español situada en el castillo de Montjuïc. Durante aquella trágica jornada, el ejército español disparó 1.014 proyectiles que provocaron entre 30 y 100 muertos; el derrumbe total o parcial de 462 edificios y de un hospital; y del edificio del Ayuntamiento.

Poco antes, el general Espartero —como regente— había firmado un acuerdo con el gobierno británico que rebajaba notablemente los aranceles aduaneros de los textiles de importación fabricados en Inglaterra. Esta medida era el pago del Gobierno que presidía el mismo Espartero por la ayuda financiera que la banca y la industria británicas habían prestado al bando liberal (de María Cristina, de la futura Isabel II y de Espartero) durante la I Guerra Carlista (1833-1840).

Aquella reducción de aranceles amenazaba gravemente la industria catalana, obligada a situar su producción en los mercados a un precio superior por la abusiva fiscalidad que el régimen borbónico imponía a Catalunya desde 1714. La subordinación del Gobierno a los intereses del capital británico, provocó una revolución en Catalunya —de carácter republicano— que reunió al conjunto de la sociedad (fabricantes, comerciantes y obreros) en una misma reivindicación.

Después de diversos tira y afloja, Espartero, que solo contemplaba el castigo como la forma de superar aquella crisis, dio la orden de bombardear la ciudad; y el capitán general Van Halen ejecutó la masacre. Acto seguido se produjo una reacción internacional de desaprobación, que Espartero —para evitar la dimisión— resolvió destituyendo a Van Halen. Pero las declaraciones que se hicieron públicas a continuación revelan el auténtico propósito del poder español en relación al conflicto.

Según el historiador Josep Fontana, el general Zurbano, que sus enemigos habían calificado como "un hombre feroz y oprobio de la humanidad"; proclamó que "Bien puede existir España sin Cataluña", sugiriendo arrasar el Principado; el general Seoane, sucesor de Van Halen, proclamaría que gobernaría Catalunya "fusilando y tirando metralla"; y el general Espartero proclamaría que "por el bien de España, es necesario bombardear Barcelona una vez cada cincuenta años".

También, después del bombardeo y ocupación de Barcelona; el ejército español detuvo y encarceló a centenares de resistentes y ordenó el fusilamiento de diecisiete personas; e impuso una multa a la ciudad de doce millones de reales. El argumento que esgrimió el gobierno de Espartero sería la muerte de cuarenta y dos militares durante la ocupación de la ciudad. Pero, en cambio, el historiador Josep Fontana revela que muchos de estos militares fueron asesinados mientras asaltaban y robaban en tabernas y en tiendas de la ciudad.