Tal día como hoy del año 1814, hace 211 años, en Reus, nacía Joan Prim i Prats, que en el transcurso de su vida se convertiría en el catalán más poderoso del siglo XIX español. Prim nació en una familia de la burguesía local de Reus, originaria de Verdú (Urgell). Su abuelo, Ramon Prim i Gassol (Verdú, 1752), había sido notario en Reus, entonces la segunda ciudad del Principat en masa demográfica y en volumen económico. Y su padre, Pau Prim i Estapà (Reus, 1780), inicialmente había sido oficial del ejército borbónico español y, posteriormente, había heredado la notaría de su padre (1799) y había actuado como tal. Cuando nació Joan Prim, su padre alternaba las dos actividades: la militar y la notarial.

Prim se decantó por la carrera militar y desde muy joven participó en la Primera Guerra Carlista como oficial del ejército liberal (los partidarios de la reina-niña Isabel II). Las fuentes documentales de la época lo describen como un oficial valiente que ganó galones y prestigio en los campos de batalla. Posteriormente, como general, ejercería un papel protagonista en la Primera Guerra de África (1859-1860). Su paisano Marià Fortuny (Reus, 1838) lo inmortalizó en una representación de la batalla de Tetuán (1860) dirigiendo —desde el caballo— a la infantería de los Voluntaris Catalans —ataviados con barretina y alpargatas—, que abrió el paso a la posterior ocupación española del Rif (tercio norte del actual Estado de Marruecos).

En 1868, Prim —líder del Partido Progresista (escindido del Partido Liberal)— ya era una de las personalidades políticas y militares más conocidas de aquella España del siglo XIX. Y el 19 de septiembre de aquel año —conjuntamente con los generales Serrano y Topete— lideró un golpe de Estado, llamado eufemísticamente Revolución Gloriosa, que provocó el destronamiento y la expatriación de la reina Isabel II y de su entorno más inmediato —la llamada camarilla del bolsillo secreto. Como presidente del gobierno (junio, 1869 - diciembre, 1870), fue el verdadero jefe de Estado de España (por ausencia de un monarca o de un presidente de la república), y, por lo tanto, se le reconoce como el catalán más poderoso del siglo XIX español.

Fue tiroteado a la salida de las Cortes (27 de diciembre de 1870) tras la aprobación de su propuesta de coronar Amadeo de Saboya nuevo rey de España en sustitución de Isabel II (Prim había proclamado que los Borbones eran el mayor impedimento para la modernización y la democratización de España). Murió tres días después (30 de diciembre de 1870), convaleciente de las heridas, en su residencia oficial de Madrid. En aquel momento, la policía señaló a los republicanos, pero no efectuó ninguna detención y la investigación se perdió en la nebulosa de la historia. Pero, a finales del siglo XX, la investigación historiográfica probó que habría muerto asfixiado con un cojín por alguien de su círculo más cercano.