Tal día como hoy del año 1938, hace 85 años, en Miami (Florida, Estados Unidos), moría Alfonso de Borbón, hijo primogénito y heredero del rey Alfonso XIII y de su esposa Victoria Eugenia de Battenberg. Alfonso fue príncipe de Asturias —título reservado a los herederos al trono español— hasta 1933, cuando, forzado por su padre (que ya no era rey desde la proclamación de la República, en 1931), renunció a su condición de sucesor a favor de su hermano pequeño Juan de Borbón, futuro padre de Juan Carlos I y abuelo de Felipe VI.

El motivo que impulsó aquella renuncia había sido su boda con Edelmira Sampedro Robato, hija y heredera de un rico cultivador de azúcar de Cuba, pero de condición plebeya. Según la Pragmática Sanción de Carlos III (1776), que no ha sido nunca derogada y actualmente sigue vigente, los herederos al trono español están obligados a casarse con una princesa de sangre real o deben renunciar a su condición y cederla a un hermano o hermana.

Alfonso de Borbón tuvo siempre una salud muy precaria. Sufría hemofilia, que era una enfermedad recurrente en la familia de su madre, Victoria de Battenberg (hija de la reina Victoria I de Gran Bretaña). Precisamente, mientras estaba recibiendo tratamiento en una clínica de Lausana (Suiza) conoció a quien sería su mujer. Se casó el 21 de junio de 1933 (diez días después de la renuncia) en una ceremonia muy discreta en la iglesia del Sagrado Corazón de Ouchy, cerca de Lausana.

Alfonso, unos años antes, se había sometido a una operación de urología que lo había dejado impotente. Se desconoce si Edelmira, en el momento de la boda, era conocedora de este hecho. Pero Alfonso no tuvo nunca descendencia. Ni con Edelmira, con la que estuvo casado durante seis años (hasta el 8 de mayo de 1937), ni con su segunda esposa, la también cubana criolla Esther Rocafort Altuzarra. Alfonso murió debido a una hemorragia incontrolada, fruto de la hemofilia que sufría, después de un accidente de automóvil.