Tal día como hoy del año 1941, hace 79 años, en el contexto de los primeros años de la posguerra que siguió al conflicto civil español (1936-1939), se celebraba la primera misa “en desagravio por los pecados cometidos en las playas y en las zonas de recreo”. Aquella primera misa, que se celebró en la basílica de la Mercè de Barcelona, era el primer “acto de reparación que se efectuará todos los jueves en la misma basílica, hasta octubre (durante seis meses), sucediéndose en el oficio de preste los Rvdos. párrocos o ecónomos de todas las parroquias de nuestra ciudad”.

Aquella batería de oficios religiosos había sido ordenada por las autoridades políticas, militares y eclesiásticas del régimen franquista. La nota de prensa publicada al día siguiente (La Vanguardia Española, edición del 16/05/1941), informaba de que aquel primer acto había sido presidido “desde el presbiterio, por el Excmo. señor gobernador y Jefe provincial del Movimiento camarada Correa; el Ilmo. señor obispo A. A. de la diócesis, doctor Díaz Gomara; el alcalde accidental, señor Ribas Seva; el señor De Peray por la Diputación; y el presidente de la Junta Diocesana de Acción Católica, señor Manich”.

Aquella iniciativa respondía a la estrategia represiva de encuadre de la sociedad en los supuestos valores de la ideología nacional-católica. El régimen franquista había construido, divulgado e impuesto una estética personal de pudor y constricción que pretendía convertir la práctica del sexo —fuera del ámbito conyugal y sin estar destinada a la reproducción— como una práctica indecente que corrompía a la sociedad. En aquella época era habitual que policías, paramilitares, serenos, conserjes o acomodadores abroncaran, avergonzaran o sancionaran parejas que habían sido sorprendidas practicando sexo en un lugar público.