Tal día como hoy del año 1886, hace 134 años, en Madrid, el rey Alfonso XII de España firmaba un real decreto promovido por el gobierno del liberal Sagasta que abolía, definitivamente, la esclavitud en las colonias españolas de ultramar. En 1837, las presiones de los gobiernos británico y francés habían conseguido la abolición de la esclavitud en la Península; y en 1870, el gobierno liberal del general Prim había decretado la libertad de vientres, que concedía la categoría de persona libre a los hijos de esclavos. No obstante, España se convertía en el último país del primer mundo en abolir la esclavitud.
Esta medida benefició la gran población de esclavos de la, entonces, colonia española de Cuba. Según los censos oficiales españoles, en Cuba había 400.000 esclavos, que representaban el 10% de la población de la isla. Y perjudicó a los grandes latifundistas agrarios criollos de origen español —poseedores de grandes masas de esclavos— y las tramas de comercio ilegal de esclavos (formadas por gobernantes de Madrid, armadores catalanes, vascos y andaluces, y militares españoles en la colonia). También la industria textil catalana se resintió por el incremento de los precios de la materia prima.
El camino de la abolición de la esclavitud se había iniciado en 1812 con el profesor aragonés Isidoro de Antillón, asesinado en 1814 por los esclavistas. Aquella lucha se intensificaría y el 1870 Joan Prim (entonces presidente del gobierno) sería asesinado en un crimen urdido por el entorno de Isabel II (en aquel momento destronada y en el exilio) cuando se filtró que el general de Reus estaba negociando con los Estados Unidos la venta de Cuba a cambio de liquidar el déficit público español. En este punto es importante destacar que los Borbones habían liderado una trama ilegal de tráfico de esclavos desde, como mínimo, 1833.