Tal día como hoy del año 1527, hace 492 años, moría en Florencia (entonces Principado independiente de Toscana) el diplomático, filósofo y escritor Niccolò di Bernardo dei Machiavelli; más conocido como Maquiavelo, y sobre todo por su obra El Príncipe, un tratado de doctrina política que pondría el fundamentos de la ciencia política moderna. En la redacción de su libro, se inspiró en la figura del conde-rey Fernando II de Barcelona y de Aragón, más conocido como Fernando el Católico, a quien Maquiavelo consideró el prototipo del gobernante total: el soberano que reunía todo el poder en su figura y que personificaba el estado.

Fernando el Católico es uno de los primeros arquitectos políticos del régimen que precipitaría el fin del régimen pactista feudal, y que había dominado Europa durante buena parte de la Edad Media. Durante el siglo XVI, el pensamiento político de Fernando sería plenamente cultivado por sus sucesores hispánicos; y evolucionaría hacia formas cada vez más autoritarias; especialmente durante el reinado del integrista Felipe II. Este pensamiento, ampliamente difundido por la obra de Maquiavelo, culminaría durante los siglos XVII y XVII con la consagración del régimen absolutista a la Francia y en la España de los Borbones, en el Imperio austro-húngaro de los Habsburgo y en la Rússia dels Romanov.

Se da la curiosa circunstancia de que Maquiavelo murió el mismo día que se cumplía el 66.º aniversario de las Capitulaciones de Vilafranca. En aquel acuerdo, firmado en Vilafranca del Penedès (1461), Juana Enríquez (segunda esposa del conde-rey Juan II y madre de Fernando el Católico) asumió la primogenitura de Carlos de Viana (hijo de la difunta Blanca de Navarra, primera esposa de Juan II) y aceptó que su hijastro era el único heredero en el trono de Barcelona. Carlos de Viana acabaría muriendo envenenado, muy probablemente por orden de Juana Enríquez, tan solo tres meses después, dejando el camino franco al trono al joven Fernando.