Tal día como hoy del año 1940, hace 80 años, la prensa de la época (La Vanguardia Española, edición del 25/08/1940) publicaba que el general Franco -jefe del estado español- había declinado asistir al funeral del cardenal Gomà y Tomàs -cardenal primado de las Españas- que se celebraría en Toledo aquel mismo día. Según la misma prensa, Franco delegó la representación en Ramon Serrano-Suñer, ministro de gobernación del régimen y conocido popularmente como "el cuñadísimo" por su relación familiar con el dictador; y se limitó a enviar un telegrama de condolencia al pontífice Pío XII y al Sacro Colegio Cardenalicio de España.

El arzobispo-cardenal Isidre Gomà i Tomàs (La Riba -Alt Camp-, 1869) había muerto tres días antes en la sede sitial de Toledo. El año 1937, Gomà i Tomàs había sido el promotor de la "Carta colectiva de los obispos españoles a los obispos del mundo entero"; firmada por todos los obispos españoles, menos por Vidal i Barraquer (arzobispo de Tarragona), Torres i Ribas (obispo de Menorca) y Múgica Urrestarazu (obispo de Vitoria-Gasteiz). Aquel manifiesto, redactado en castellano, francés e inglés, resultaría decisivo para que el Vaticano (gobernado por el pontífice Pío XI) bendijera el Alzamiento Nacional y justificara aquella brutal rebelión.

La no asistencia de Franco al funeral de lo que había sido el prelado más poderoso de la Iglesia española durante la Guerra Civil, respondía a un distanciamiento personal y político con Gomà i Tomàs, que se habría producido poco después de la redacción de la carta. Según la investigación historiográfica, Gomà i Tomàs protestó enérgicamente ante el dictador, por las atrocidades y los asesinatos que los falangistas cometieron contra religiosos vascos, a quienes acusaban de "separatistas". Gomà i Tomàs fue el único que tuvo la valentía de denunciar que aquellos crímenes eran iguales que los que cometían los revolucionarios incontrolados en la retaguardia republicana.