Tal día como hoy del año 1890, hace 129 años, nacía en Barcelona Manuel Carrasco i Formiguera, que en el transcurso de su vida sería una de las figuras más destacadas de la política catalana de los años 20 y 30 del siglo pasado. Se doctoró en Derecho y ejerció la docencia en varios centros superiores de la Mancomunitat, a la vez que iniciaba su carrera política en las juventudes de la conservadora, monárquica y catalanista Lliga Regionalista; que entre 1914 y 1923 fue el partido hegemónico en Catalunya.

En las elecciones municipales de 1920 conseguiría un acta de regidor en el Ayuntamiento de Barcelona por la Lliga. Pero en 1922 abandonaría el partido de Cambó y, con un grupo de personas procedentes de los sectores más catalanistas de su antiguo partido y de la Unión Federal Nacionalista Republicana, fundaría Acció Catalana. Este partido sería pionero en Catalunya en la construcción de pactos con otras fuerzas nacionalistas: en 1923 promovió la Triple Alianza con los nacionalistas vascos y gallegos.

Superado el paréntesis de la dictadura de Primo de Rivera (1923-1930), y después de la restauración de la Generalitat (1931), fue el primer conseller de Sanidad y Beneficencia del primer gobierno Macià (1931-1932). Sería en el transcurso del ejercicio de esta responsabilidad que entraría en conflicto con su partido, y acabaría recalando en la Unió Democràtica de Catalunya, fundada en 1931 como un partido catalanista, democrático, de inspiración cristiana pero no confesional.

Nace Carrasco i Formiguera, lider de la democracia cristiana catalanista. Retrato de la familia Carrasco Azemar. Fuente Cuaderna

Retrato de la familia Carrasco Azemar / Fuente: Cuaderna

Carrasco i Formiguera se convirtió en una de las personalidades más destacadas de la UDC. Fiel a sus principios ideológicos y a los de su partido, el año 1934 votó a favor de la progresista Ley de Contratos de Cultivo; pero, en cambio, no se sumó a los Hechos del Seis de Octubre. Y el año 1936, después del golpe de estado militar franquista, se mantuvo fiel a las instituciones de Catalunya y de la República; pero, a la vez, fue muy crítico con las políticas revolucionarias instaladas en el gobierno catalán.

Carrasco i Formiguera, asediado y amenazado de muerte por los anarquistas y comunistas catalanes, se marchó al País Vasco y se puso al servicio del lehendakari Aguirre. En el viaje que emprendió para reunir a su familia, fue detenido, encarcelado, juzgado y condenado a muerte por los franquistas; acusado del delito de "adhesión en la rebelión". Algunas fuentes afirman que la sentencia la ordenó personalmente el general Franco, en represalia por las críticas del Vaticano a los bombardeos franquistas sobre Barcelona.