Tal día como hoy del año 1809, hace 209 años, en el marco de la ocupación napoleónica de la península Ibérica, las autoridades militares francesas de Barcelona ejecutaban a los jefes de una conspiración, que tenía el objetivo de sabotear los intereses del ocupante, llamada popularmente de la Ascensión, porque había sido desarticulada los días 11 y 12 de mayo anteriores coincidiendo con aquella festividad religiosa. La madrugada del 3 de junio, en el patio de armas del castillo de Montjuïc y en presencia del comandante militar de la plaza, Porte, el jefe de la policía, Casanova, y el regente de la ciudad, Madinabeytia, se ejecutaba por el método de la horca al corredor de cambios Salvador Aulet y a los rentistas Joan Massana y Josep Navarro, y por el método del garrote vil, dada su condición de religiosos, a los clérigos de la orden de los teatinos Joaquim Pou y Joan Gallifa.

Grabado de Barcelona (1810), obra de Alexandre Laborde / Instituto Nacional de Historia del Arte. París

El 13 de febrero de 1808 el ejército francés del general Duhesme había entrado en Barcelona. Desde el inicio, la administración francesa había desplegado una amplia red de agentes bonapartistas que tenían identificados y sometidos a una discreta pero efectiva vigilancia a los elementos de ideología más reaccionaria de la ciudad y, por lo tanto, considerados los principales opositores a la nueva administración francesa. Sería precisamente uno de estos agentes, el capitán francés Provana, quien conseguiría introducirse en el núcleo de la conspiración y, junto con el jefe de policía Casanova, desarticularla. Aulet, Massana y Navarro serían detenidos en casa del primero. Y los clérigos, en el convento de su orden en la plaza de Santa Anna. En aquella última operación, conseguirían zafarse los también clérigos Ofarril, Mora, Foxà, Rovira y Morera.

El juicio que siguió a las detenciones y precedió a las ejecuciones tuvo una amplia resonancia y fue objeto de un importante debate. Y aunque las clases mercantiles e intelectuales de la ciudad estaban comprometidas con la nueva administración francesa, aquellas ejecuciones fueron severamente reprobadas por el conjunto de la sociedad barcelonesa.

Imagen principal: Grabado de las élites afrancesadas de Barcelona (1810), obra de Alexandre Laborde / Instituto Nacional de Historia del Arte. París