Tal día como hoy del año 1468, hace 553 años, en Tarragona; moría Juana Enríquez y Fernández de Córdoba, segunda esposa del conde-rey Juan II (tercer monarca de la estirpe de los Trastámara catalano-aragoneses); y madre de Fernando el Católico. Juana Enríquez había nacido el año 1425 en Torrelobaton (corona castellano-leonesa) y era hija de Frederico Enríquez, oligarca de la nobleza vasca y almirante de Castilla; y de Marina Fernández de Córdoba, terrateniente aristocrática andaluza. Por el lado paterna, estaba emparentada con los Trastámara; y en 1444 fue casada con Juan II (veintisiete años mayor que ella), en una operación de estado.

La historiografía catalana, sobre todo la de la etapa romántica (siglo XIX), ha insistido mucho en el perfil criminal de Juana Enríquez. Se la ha acusado de urdir el envenenamiento de su hijastro Carlos de Viana, hijo primogénito de Juan II y de su primera esposa Blanca de Navarra; y heredero a los tronos catalano-aragonés y navarro. Y si bien todo apunta a que Juana participó en aquel magnicidio, como inspiradora intelectual o como simple colaboradora, también lo se que Carlos de Viana, en el momento de su muerte era el jefe político del partido nobiliario catalán enfrentado a la corona; tenía muchos enemigos: las clases mercantiles de Barcelona, o los campesinos de remença de la Catalunya vieja.

En cambio, no se tiene en cuenta que Juana Enríquez, al margen de la estrategia política de la corona, fue el personaje de los estamentos de poder que más se comprometió con las reivindicaciones del campesinado de remença (la abolición de los malos usos baroniales). Juana Enríquez, en varias ocasiones, intercedió en favor de los redenciones y, durante su etapa como lugarteniente de Catalunya (en ausencia del conde-rey), siempre trabajó para reforzar el vínculo político entre la corona y el partido revolucionario remença. Juana Enríquez murió prematuramente a los 43 años a causa de un cáncer de mama.