Tal día como hoy del año 1932, hace 86 años, las Cortes de la República española aprobaban el Estatuto de Autonomía de Catalunya, conocido popularmente como el Estatut de Núria, porque sus ponentes se habían reunido en el santuario de Núria (Ripollès) para debatir y redactar el texto. La historia de aquella aprobación, que marcaba el punto de inicio del primer autogobierno en territorio peninsular español desde la publicación de los Decretos de Nueva Planta borbónicos (1717), no estuvo exenta de tensión y polémica. Poco antes se había celebrado en Madrid una manifestación contra el Estatuto catalán, que había reunido a derechas e izquierdas, monárquicos y republicanos, en la mayor concentración, hasta entonces, de la historia de la capital española.

Antes de que el texto estatutario catalán iniciara la tramitación en las Cortes españolas, ya había sido sobradamente refrendado por los representantes de la ciudadanía y por el pueblo de Catalunya. El Estatuto había sido ampliamente aprobado por la Diputació (el Parlament provisional), por la Generalitat (el Govern provisional) y por casi todos los ayuntamientos del país. El 2 de agosto, en un referéndum que registró un 75% de participación, el Estatut recibió el apoyo del 99% de los votos. En aquella época, el derecho a voto estaba limitado a los hombres mayores de edad. Sin embargo, eso no fue ningún impedimento para que las mujeres de Catalunya presentaran un texto de apoyo al Estatut con 400.000 firmas (más de las tres cuartas partes del censo de mujeres mayores de edad).

Concentración en Madrid contra el Estatut / Wikipedia

A pesar de este amplio e incontestable apoyo, las Cortes republicanas recortaron sensiblemente el texto estatutario. La mayoría parlamentaria de la Cámara, formada por Acción Republicana, de Manuel Azaña, el Partido Republicano Radical Socialista, de Marcel·lí Domingo, y el PSOE, de Largo Caballero, pretextaron que el ambiente de tensión que había provocado el intento de golpe de Estado del general Sanjurjo (director general de la Guardia Civil) el 10 de agosto de 1932, conocido popularmente como la sanjurjada, obligaba al Estado a tomar medidas "de prudencia". Eso provocó un fuerte descontento en la sociedad catalana, que reaccionó con manifestaciones masivas de apoyo al texto íntegro aprobado por las instituciones y el pueblo.

Imagen principal: Manifestación en Barcelona a favor del texto íntegro del Estatuto de 1932 / Ayuntamiento de Barcelona