Tal día como hoy del año 1641, hace 383 años, en el camino entre Barcelona y Tarragona, los Miquelets catalanes (infantería ligera) y la Caballería del Brazo Militar de Catalunya, perseguían y masacraban al ejército hispánico que, tres días antes (26 de enero) había sido derrotado y humillado en la ladera de Montjuïc y en la muralla de Barcelona. El ejército hispánico, comandado por el sanguinario marqués de Los Vélez, había iniciado la ocupación de Catalunya en noviembre de 1641 (después de que el gobierno catalán hubiera iniciado el proceso de separación del edificio político hispánico); y en el trayecto entre Tortosa y Barcelona había cometido auténticas atrocidades contra la población catalana (solo en Cambrils habían asesinado a sangre fría a 700 civiles desarmados).

En las puertas de Barcelona, los hispánicos, confiados por su superioridad numérica (totalizaban más de 20.000 efectivos ante los 8.000 de la alianza catalano-francesa) y por su moral intacta (no habían sufrido ninguna derrota desde el inicio del conflicto), cometieron varios errores de estrategia que pagarían de manera carísima. La inesperada y humillante derrota de Montjuïc vino seguida de una caótica y dantesca retirada. El Dietario de la Generalitat consigna que al día siguiente de la batalla (27 de enero) "l'enemich es retira a poch a poch"; abandonando a sus muertos y su artillería; y al cabo de dos días (28 de enero), los Miquelets y la Caballería, que vigilaban la reacción de los hispánicos, se decidían a perseguirlos.

El mismo Dietario informa que el 29 de enero, los Miquelets y la Caballería persiguió la retaguardia hispánica y la masacró. A las 1.500 bajas que les habían ocasionado en Montjuïc y en la muralla de Barcelona, se sumaron 1.000 bajas más que les causaron en el camino entre la capital catalana y Tarragona (donde Los Vélez había previsto atrincherarse y reorganizarse). Francisco Manuel de Melo, uno de los comandantes supervivientes de la derrota hispánica, dejaría escrito que: "Las banderas de Castilla, poco antes desplegadas al viento en señal de su victoria, andaban caídas y pisadas a los pies de sus enemigos". Además, al llegar a Tarragona, los mandos hispánicos contabilizaron más de 8.000 deserciones.