Tal día como hoy del año 1936, hace 86 años, en Madrid, un pelotón armado del Partido Socialista Obrero Español asesinaba al diputado José Calvo Sotelo, fundador y líder del partido profascista y monárquico Renovación Española-Bloque Nacional. Según la investigación historiográfica (Gabriele Ranzato, de la Universidad de Roma), el autor material de aquel crimen fue el pistolero Luis Cuenca Estevas, que era uno de los guardaespaldas personales del dirigente socialista Indalecio Prieto. Según la misma investigación, los asesinos formaban parte de la brigada La Motorizada del cuerpo de Guardias de Asalto de la República. Según Ranzato, Calvo Sotelo fue detenido y asesinado por un pelotón que viajaba a bordo de un camión de esta brigada.

Tradicionalmente, se ha explicado que la muerte de Calvo Sotelo fue una venganza por los asesinatos de los tenientes de la Guardia de Asalto Faraudo y Castillo, de reconocida ideología socialista. Sin embargo, los hechos posteriores demuestran que había mucha gente y muy diversa con un enorme interés en alimentar la espiral de violencia. Calvo Sotelo era el líder de un pequeño partido que sólo había obtenido 12 diputados en las elecciones de febrero de 1936. Sin embargo, paradójicamente, Calvo Sotelo era un personaje profundamente detestado por los dirigentes de los partidos de derecha (como la CEDA de Gil-Robles), de los otros movimientos de ultraderecha (como la Falange) o de la cúpula del ejército español, que veían su figura y su partido como elementos de dispersión de las fuerzas.

Según las memorias que, veintidós años más tarde (1968), publicaría el dirigente socialista Indalecio Prieto desde el exilio de México —tituladas Convulsionas de España, el guardia civil Fernando Condés Romero, formador y jefe del pelotón que había asesinado a Calvo Sotelo, le presentó la renuncia y le sugirió que se quería suicidarse para evitar la detención, el juicio y la condena. Según estas memorias, Prieto —perfectamente consciente de que aquel asesinato era una gradación en la escalada de violencia y que sería el pretexto para perpetrar un golpe de estado— le dijo: “Suicidarse sería una estupidez. Van a sobrarle ocasiones de sacrificar heroicamente su vida en la lucha que, de modo ineludible, comenzará pronto, dentro de días o dentro de horas”.