Tal día como hoy del año 1837, hace 186 años, en València, cap i casal, aparecía El Mole, el primer medio de prensa escrita en valenciano. El Mole había sido fundado por el abogado y periodista de ideología liberal Josep Maria Bonilla Martínez (València, 1808 – 1880) en el transcurso de la I Guerra Carlista (1833-1840); y casi inmediatamente se convirtió en un fenómeno editorial. Por su postura crítica con los liberales moderados, que abogaban por una solución intermedia en el conflicto carlista, sufrió la persecución del régimen liberal de Madrid, que obligó a los propietarios de la publicación a clausurarla temporalmente (agosto, 1837). Pero durante su segunda etapa (noviembre, 1840 – noviembre, 1841) alcanzó la cifra de 3.000 suscriptores.

Cuando apareció El Mole, el uso público de la lengua catalanovalenciana estaba prohibido —desde que el régimen borbónico había arrasado el estado foral en el País Valencià (1707), en Catalunya (1714) y en Mallorca (1715). Pero Bonilla supo aprovechar el escenario de conflicto del momento: los carlistas catalanes y valencianos abogaban por la restauración del régimen foral anterior a 1714 y por el restablecimiento de la oficialidad de la lengua catalana; y los gobiernos constitucionales, profundamente jacobinos pero totalmente superados por los acontecimientos, toleraron la existencia de publicaciones como El Mole, con el propósito de atraer a las sociedades catalana y valenciana a la causa isabelina. No obstante, sería objeto de un estricto control y víctima de duras medidas sancionadoras.

El Mole fue una publicación que alternó el tratamiento serio de la noticia con la sátira de los temas y de los personajes de actualidad. Se publicó en la ortografía prefabriana, y sembró una de las semillas que germinarían con el Renacimiento cultural valenciano. Inspirados por el romanticismo de la época, que sublimaba el patrimonio folclórico, los editores ilustraron la portada con la representación de un labrador de la Horta valenciana ataviado con el vestuario tradicional: el sombrero, el chaleco, la faja, los camalets (unos pantalones hasta la rodilla) y las alpargatas. Y los principales colaboradores del periódico adquirieron seudónimos característicos del mundo rural valenciano. Pasqual Pérez Rodríguez era Pataca Grossa, y Josep Bernat i Baldoví era Sento Formal o Garrofa.