La rotundidad con la que el PSOE ha presentado su proposición de ley para modificar la ley del solo sí es sí tiene que ver, fundamentalmente, con dos motivos: en primer lugar, la sangría de las encuestas, que vuelven a otorgar al PP y a Vox la mayoría absoluta tras las próximas elecciones españolas que se celebrarán el próximo mes de diciembre. Existe un convencimiento general en las filas socialistas de que es imposible remontar esta situación si no revierten la salida masiva de la prisión de condenados por delitos sexuales y la reducción de condena que están teniendo y que ya afecta a más de 400 condenados. Por eso, el PSOE no ha esperado a cerrar un acuerdo con Unidas Podemos y ha tirado por el camino de en medio sabiendo cuán de importante es marcar el relato de que ellos han sido los que han conseguido modificar la ley.

El Partido Popular, que conoce bien el rédito que está obteniendo con los traspiés de la ley del solo sí es sí, no va a dejar al PSOE que lo enmiende en solitario. Este es el motivo de que Alberto Núñez Feijóo ya le ha asegurado los votos a Pedro Sánchez. No hay mayor satisfacción para un líder de la oposición que desmembrar el gobierno de coalición y que además la propuesta del PSOE necesite los votos de la derecha. Aunque el debate está en la incorporación de la violencia o la intimidación de la víctima, la clave va a estar en si estos dos preceptos son compatibles con mantener el consentimiento como eje central de la reforma penal. Si se supera este escollo, se habrá dado un paso importante, ya que el PSOE cometería un error si se desprendiera del consentimiento, un avance muy significativo en la protección de la mujer, en los debates parlamentarios que se van a producir.

La modificación que propone el PSOE contempla también volver a las penas anteriores y aumentarlas entre uno y dos años cuando haya habido violencia o intimidación. Es obvio que la ministra de Igualdad, Irene Montero, se ha encontrado con una campaña imprevista, consecuencia de un texto elaborado por su ministerio que estaba poco ajustado. Al menos, poco ajustado teniendo en cuenta que los jueces no le iban a ayudar en una ley tan polémica y que llevaba el sello de Unidas Podemos. De este debate, el Gobierno hubiera tenido que salir antes de Navidad, pero solo la terquedad de resistir por resistir ha hecho que el problema se fuera haciendo más y más grande. Suele suceder esto en política cuando no se presta atención a los movimientos de la opinión pública, máxime en cuestiones tan delicadas y controvertidas como esta.

Aunque falta un mundo para las elecciones españolas, el hecho de que haya antes municipales y autonómicas en muchas comunidades el próximo mes de mayo obligará a una reforma exprés de la modificación de la ley del solo sí es sí. El PP se mueve con soltura hablando de esta ley y de la reforma de la sedición y de la malversación del Código Penal. Es cuando mejor funciona el partido del miedo, que, a falta de un liderazgo sólido de Feijóo, enarbola las batallas españolas como unas primarias de las elecciones de diciembre. Eso Sánchez, un verdadero obseso de los estudios demoscópicos, lo sabe, y por eso ha tratado, sin acierto hasta la fecha, de enterrar estas dos carpetas que no hacen más que salir a flote por más que lo evita.