Decir, a estas alturas, que Gerard Piqué ha sido un futbolista excepcional y, en muchos aspectos, único es, seguramente, muy poco para todo lo que ha significado para la historia del Fútbol Club Barcelona. El sorpresivo anuncio de su retirada, adelantándose a un final de su carrera deportiva que por razones lógicas habría sido con claroscuros, a pocos meses de cumplir el próximo febrero los 36 años, le permite una salida por la puerta grande. Jugará su último partido en el Camp Nou este sábado frente al Almería y colgará las botas este mismo fin de semana, a menos que su entrenador no lo utilice en el partido del martes siguiente frente al Osasuna, en El Sadar de Pamplona. Y así, Piqué entrará por derecho propio en la leyenda del club y acompañará, entre otros, a su inseparable Carles Puyol, con el que conformó una pareja irrepetible en el mejor Barça de la historia, aquel del que disfrutamos casi sin darnos cuenta durante unos pocos años, incluso pensando ingenuamente que nunca se acabaría, y que hoy solo podemos explicar a los que no lo vieron y que existe en la memoria o en las gastadas cintas de vídeo o en los DVD.

Su excepcional palmarés deportivo lo resume todo: 3 Champions, 3 Mundiales de Clubes, 8 Ligas, 7 Copas del Rey, 6 Supercopas de España y 3 Supercopas de Europa en sus 13 temporadas, ya que la actual no se puede contar como tal, a lo que hay que añadir el haber sido campeón del mundo y campeón de Europa con la selección española. En total, 32 trofeos de primer nivel, habiendo jugado más de 600 partidos oficiales con la camiseta del Barça, solo por detrás de Leo Messi, Xavi, Iniesta y Sergio Busquets. Piqué ha sido siempre un deportista con mentalidad ganadora, un culé fanático y, sin duda, un catalanista. No le han perdonado muchos ninguna de las tres cosas, sobre todo, las dos segundas. Ha encarnado valores que muchas veces cuesta de encontrar en futbolistas menos apasionados y comprometidos, solo pendientes de su pequeño mundo y alejados del país al que pertenecen. Su posicionamiento a favor del derecho a decidir, su participación en alguna de las manifestaciones multitudinarias del 11 de Setembre y en la votación del referéndum de independencia del 1 de octubre de 2017 sirvieron para encarnar junto a Pep Guardiola o Xavi Hernández un compromiso público con las demandas políticas de la mayoría de la sociedad catalana. 

Se va anunciando que un día volverá en un vídeo de despedida que ha colgado en las redes sociales y, obviamente, todas las miradas están puestas en que en el futuro su destino no será, como en otros casos, el banquillo del Fútbol Club Barcelona siguiendo la estela, por ejemplo, de Johan Cruyff, Pep Guardiola, Ronald Koeman o Xavi Hernández; sino la presidencia de la entidad, un cargo que no ha estado al alcance de ningún jugador en sus 123 años de historia. Seguramente, este objetivo futuro, nada indisimulado por Piqué en los últimos años, ha sido decisivo a la hora de gestionar su salida en estos momentos de la primera plantilla del equipo. Como también que se vaya perdonando al club dinero que la entidad le adeuda de estos años difíciles económicamente después de la nefasta gestión de Josep Maria Bartomeu que ha dejado la entidad al borde de su quiebra.

No ha sido la faceta deportiva de Piqué la que ha estado más expuesta a la polémica, que, por otra parte, nunca ha rehuido. Su faceta empresarial, también exitosa, muchas veces discutida y otras poco comprendida, le ha adornado de un perfil muy poco corriente. Su matrimonio con la cantante colombiana Shakira y su reciente ruptura lo han hecho también protagonista excesivo de las páginas rosas de los diarios, algo que, sin duda, no le ha ayudado en este final de su carrera. Porque el deporte de élite deja poco tiempo para otras cosas que no sea una dedicación exclusiva y Piqué, en este aspecto, ha compaginado varias actividades. Le han sobrado, quizás, los partidos de esta temporada que se le estaba haciendo especialmente larga y pesada. Ya no era aquel jugador en la defensa de antaño, sino un futbolista frágil y cuestionado físicamente. Por eso, también ha sido un acierto su anuncio de retirada. Y es bueno que ese camino haya sido lo más corto posible y que el sábado pueda ser despedido como se merece por todo lo que ha dado al club y a Catalunya.