Los resultados de la coalición electoral del presidente de la República francesa, Emmanuel Macron, en la primera vuelta de las elecciones legislativas de este domingo, deja la puerta abierta a que en la segunda vuelta, que se celebrará dentro de una semana, Ensemble (Juntos) no alcance la mayoría absoluta de la Asamblea Nacional y el inquilino del Palacio del Eliseo tenga que aceptar un gobierno de signo distinto, apoyado en una mayoría legislativa diferente a la suya. El complejo sistema electoral francés de primeras y segundas vueltas deja todas las opciones de gobierno abiertas, y hasta sumar los escaños el próximo domingo por la noche no se sabrá si el presidente tiene la mayoría absoluta por un puñado de escaños, o, por el contrario, Francia se dirige a una cohabitación. Aunque, acabe como acabe, los pobres resultados de Macron en la primera vuelta son un dato importante.

Por primera vez en la V República un presidente electo no consigue la mayoría. La coalición de izquierdas, que se reúne bajo las siglas de Nueva Unión Popular Ecológica y Social (NUPES) y capitanea el veterano Jean-Luc Mélenchon, quien ya en las presidenciales de la pasada primavera se alzó con un meritorio tercer puesto y a punto estuvo de desplazar del segundo a Marine le Pen, estará en la segunda vuelta en alrededor de 500 de las 577 circunscripciones en que está dividido el mapa electoral francés. Mélenchon ha conseguido en un tiempo récord que su formación, La Francia Insumisa, se coloque en el centro de poder de la nueva izquierda, después de la integración sin siglas en la coalición del antaño todopoderoso Partido Socialista, que hoy es un cadáver andante.

Como novedad electoral está que la principal oposición será la izquierda y no la extrema derecha de Le Pen. Algo se ha movido en el mapa electoral francés que desde hace tiempo era cosa de dos, y Mélenchon ha venido a dinamitarlo. Si ya en las presidenciales se vio que Macron ganaba, fundamentalmente, por la ausencia de una alternativa, en las legislativas se ha confirmado que el presidente carece de la fuerza y el empuje necesario de un presidente recién elegido para un segundo mandato y que solo el vacío político que se había creado con la fuerza de Le Pen le catapultaba con fuerza hacia arriba. Esta tranquilidad para Macron, veremos el próximo domingo, igual se le ha acabado.

Preocupante ha sido la baja participación, con un récord de abstención cercano al 53% en la primera vuelta de las elecciones legislativas. La abstención en las urnas no es una especificidad francesa y debería preocuparnos a todos. El domingo 19 también se celebran elecciones autonómicas en Andalucía, comunidad en la que a diferencia de Francia lo que se vislumbra es un muy buen resultado de la derecha, pero igual que en el país vecino preocupa y mucho la abstención. Aunque el ganador siempre se preocupa poco del nivel de participación porque en última instancia se ha llevado el gato al agua, es un dato alarmante el desinterés por los procesos electorales. En Francia, la abstención no ha dejado de crecer desde las legislativas de 2002.