Por si la decisión de Pedro Sánchez de retrasar su comparecencia en las Cortes hasta el 9 de julio, para hablar de los casos de corrupción en su partido, a raíz de la explosión del denominado caso Santos Cerdán, no era suficiente ejemplo de tomárselo con calma y sortear la reclamación de todos los partidos, excepto el PSOE, el presidente del Gobierno le ha dado una nueva y humillante vuelta de tuerca. Esta es la carta que ha remitido el ministro de la Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes, Félix Bolaños, a la presidenta del Congreso: "Tengo el honor de solicitar en nombre del Gobierno y al amparo del artículo 203 del Reglamento de la Cámara, la comparecencia del presidente del Gobierno ante el pleno del Congreso de los Diputados, al objeto de informar sobre los presuntos casos de corrupción conocidos por la filtración a los medios de comunicación y a la opinión pública de investigaciones en curso, así como de los resultados de la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de la Alianza Atlántica, la reunión del último Consejo Europeo y la 4.ª Conferencia Internacional sobre Financiación para el Desarrollo celebrada en Sevilla".
El quiebro del Gobierno es para quitarse el sombrero: carece de mayoría parlamentaria y tiene soliviantados a sus socios estables —Sumar, Bildu y Esquerra Republicana— y sus aliados puntuales —Junts y PNV— y les convoca cuando quiere y para hablar de lo que él quiere. Un poco de corrupción sí, pero también un poco de OTAN con un guiño a la izquierda, desmarcándose en una carta enviada a Bruselas del 5% del PIB que le pide el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, para incrementar el gasto en Defensa, que es la cantidad que exige el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, a sus aliados. No voy a defender que la aportación española deba ser del 5% del PIB, como reclama el holandés Mark Rutte. Pero dada la situación actual de conflictos que vive el planeta, algunos por desgracia no muy lejos de nosotros, la cuestión bien merece un debate serio y sosegado. Mezclarlo con Koldos, Ábalos y Santos Cerdán es, en la práctica, secuestrar el debate, un gesto de irresponsabilidad para tratar de tapar los casos de corrupción que persiguen al PSOE y encabezar una populista campaña de resistirse a invertir en seguridad europea.
No podía Sánchez encontrar mejor momento para abrir el debate de la OTAN que el actual, ya que genera el ruido suficiente para compartir titulares con la corrupción
No podía Sánchez encontrar mejor momento para abrir el debate de la OTAN que el actual, ya que genera el ruido suficiente para compartir titulares con la corrupción. De golpe, su soledad en el Congreso si solo se hablaba de los casos de corrupción que cercan a los socialistas lo transforma en un debate radicalmente diferente donde encontrará el apoyo de la izquierda. La oposición no debería entrar en este juego y más allá de los debates que propone Sánchez, debería concentrarse en la corrupción, las medidas que va a adoptar y el futuro que tiene la legislatura. Si él quiere hablar de la financiación para el desarrollo, no habría que seguirle el juego. La situación es suficientemente grave para un pleno monográfico y no debe escamotearlo con atajos parlamentarios. La opinión pública merece más explicaciones que las ofrecidas en dos conferencias de prensa y que se resumen en pedir perdón en la primera y decir que sería irresponsable propiciar unas elecciones que ganaría el PP y no lo pensaba hacer en la segunda.
Como también tiene que haber un debate específico sobre nuestra contribución a la OTAN. Sánchez le recuerda a Rutte que España es un aliado soberano dentro de la OTAN y que no está dispuesto a hacer el sacrificio del 5% del PIB porque atenta contra su visión del mundo. El líder socialista defiende también que cada miembro invierta un porcentaje diferente, en función de varios factores; el del Estado español, asegura, será del 2,1%. Es obvio que con los presupuestos actuales, el 5% es una utopía. Solo Polonia, que lidera el gasto en defensa de la OTAN con un 4,12% de su PIB y se ha propuesto elevar la inversión al 4,7% este año, acariciaría el 5%. Estonia ha anunciado que invertirá entre el 5% y el 6% de su PIB en defensa desde el año que viene hasta al menos 2030, y Lituania se ha marcado un reto similar. La anunciada salida de Estados Unidos ha cambiado el paradigma y la mayoría de países europeos están entre el 2% de Países Bajos, Francia y Alemania y el 3% de Grecia. España se mantiene en la cola con el 1,28% y con una opinión pública muy reacia a llegar incluso al 2,1% que compromete Sánchez. El debate no es fácil, por tanto. Pero debe hacerse con la mayor transparencia, cosa que también trata de evitarse.