Como no acostumbra a suceder que dos políticos relevantes compitan por un cargo medio del partido, la disputa que Mercè Conesa, presidenta de la Diputació de Barcelona y alcaldesa de Sant Cugat del Vallès, y Santi Vila, conseller de Cultura de la Generalitat, mantienen para ocupar el cargo de presidente/a del consell nacional del Partit Demòcrata Català está haciendo emerger una rivalidad desconocida en lo que era CDC, muy poco acostumbrada hasta la fecha a elecciones en abierto y con varios candidatos. Conesa fue la primera en presentarse, haciendo bandera de la necesidad de renovación del aparato de la calle Còrsega, alineada con muchos de los alcaldes de la que será la dirección del nuevo partido, y con la próxima coordinadora general, Marta Pascal: ideológicamente ubicada en el independentismo y partidaria, en estos momentos, de incorporar a la hoja de ruta un referéndum de independencia. Muchos podían pensar, no obstante, que es la candidata oficial.

La aparición en liza del conseller Santi Vila, un político heterodoxo, contrario al referéndum, con muchos e importantes apoyos pero también con voces críticas por parte de aquellos que le acusan de ser demasiado blando en sus posiciones independentistas, sorprendió. Mucho más cuando se juntó su candidatura al consell nacional con otra, eventualmente, a la alcaldía de Barcelona en las próximas municipales como rival de Ada Colau. Vila jugaba fuerte, como a él le gusta. Pero también se vio enseguida que sus apoyos eran importantes empezando por el president Puigdemont , el diputado a Cortes Francesc Homs y siguiendo por el aparato de la vieja Convergència. Incluso en su equipo dicen contar con el apoyo de Artur Mas aunque este, públicamente, guarda silencio.

El outsider pasó así a ser a ojos de muchos el oficialista. Seguramente, él se debe sentir más oficial que oficialista porque, al final, alguien también le animó a dar el paso y él se lo debe haber tomado como un servicio. En cambio, Mercè Conesa, como corredora de fondo que es, llega a la elección sin más apoyos declarados que los del sector afín al conseller Rull. Veremos qué acaba pesando más porque al final todos los votos valen igual y una elección en abierto siempre tiene su intríngulis. Incluso a veces, como en el conclave para la elección de papa, quien entra papable sale cardenal.