Con la renuncia a media tarde de este martes de la Fiscalía belga a presentar un recurso ante el Tribunal de Apelación de Gante se cierra el caso del rapero mallorquín Josep Miquel Arenas Beltrán, más conocido por Valtònyc. Después de cuatro años de exilio y 1.460 días de lucha ininterrumpida, Valtònyc ha ganado y ha tumbado a la justicia española, que pierde así un proceso más en los tribunales europeos. En su caso, por la propia esencia de su profesión, músico, la victoria de Valtònyc es doblemente dolorosa para España, ya que consagra que su caso era exclusivamente de libertad de expresión —el Tribunal Supremo le había condenado en 2018 a tres años y medio por enaltecimiento del terrorismo y por injurias al rey Juan Carlos— y también pone de relieve que los jueces del Tribunal Supremo y de la Audiencia Nacional hacen política con sus sentencias y que si hay que encontrar un pronunciamiento justo hay que exiliarse y cruzar los Pirineos.

No deja de ser un guiño del destino y de la diferente vara de medir entre la justicia española y la europea, que el Tribunal de Apelación de Gante haya denegado la euroorden de extradición que le permitirá viajar por todos los países menos por España, donde sería detenido, en los mismos días en que hemos sabido que Juan Carlos I se apresta a regresar a España vía Sanxenxo, en Galicia, a finales de esta semana después de su huida a los Emiratos Árabes Unidos el 3 de agosto de 2020. Será solo para pasar unos días, pero es evidente que todo el aparato del Estado lleva tiempo trabajando en el retorno del emérito una vez se han ido cerrando los casos judiciales por corrupción que tenía abiertos en España. Así, la Fiscalía ha hecho un verdadero encaje de bolillos, señalando que los presuntos delitos fiscales habrían prescrito porque serían de antes de 2011 y se libraría de ser perseguido por trece delitos.

Juan Carlos I vuelve y Valtònyc no puede hacerlo. El primero ha quedado probado que delinquió, otra cosa es la prescripción fiscal. Y Valtònyc podrá moverse por toda Europa, pero no poner un pie en España. Justicia made in Tribunal Supremo que explica perfectamente que el rapero mallorquín señalara tras conocer el fallo que el gran miedo de un exiliado es que te olviden y eso no ha sucedido y que tenía ganas de empezar a vivir. Además de acordarse del rapero Pablo Hasél, que cumple condena en el Centre Penitenciari de Ponent y que es un caso bastante similar.

La victoria de Valtònyc es enormemente importante, en primer lugar para él, pero también para reforzar la idea de que el exilio es capaz de lograr siempre en los tribunales europeos lo que le niegan los españoles. Falta alrededor de un mes para que el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) se pronuncie sobre las prejudiciales planteadas por el magistrado Pablo Llarena respecto a la extradición del president Puigdemont. Este fallo del TJUE va a ser el inicio del desenlace del trabajo realizado por los abogados del president en el exilio y del resto de miembros del Govern de 2017 residentes en Bélgica como denuncia de la falta de neutralidad de la justicia española. Lo que acabe haciendo el TJUE y el Tribunal General de la Unión Europea (TGUE) será definitivo a la hora de definir el perímetro de movilidad de Carles Puigdemont por Europa sin impedimento alguno. Y, también, la que puede abrir la puerta a un hipotético retorno a Catalunya.