Casi a la misma hora que el fiscal general del Estado, José Manuel Maza, presentaba en Madrid la anunciada querella contra el president, el Govern y el Parlament por varios delitos, entre ellos el de rebelión, que comporta pena de hasta 30 años de prisión, se hacía público que Carles Puigdemont y diversos miembros de su Govern estaban en Bruselas y exploraban la posibilidad de solicitar a Bélgica asilo político. Horas después se daba a conocer que un cualificado letrado belga, Paul Bekaert, especialista en derechos humanos y extradiciones, le estaba asesorando y había aceptado el caso del president.

En un nuevo giro argumental y ante la contundencia de la querella del ministerio fiscal y la convicción que no tendrían un juicio justo, Carles Puigdemont se habría decidido a jugar a fondo la carta del exilio como una vía para situar en el corazón de Europa el problema catalán con todas las consecuencias. Al menos cinco consellers estarían con él en Bruselas, dos del PDeCAT -Meritxell Borràs y Joaquim Forn- y tres de Esquerra -Toni Comín, Dolors Bassa y Meritxell Serrés- . Otros cinco estarían en Catalunya, empezando por el vicepresident, Oriol Junqueras, con una intensa actividad pública este lunes, y que por la noche confirmó en TV3 que se había reunido con Jordi Turull, Raül Romeva, Carles Mundó y Josep Rull. No es seguro que alguno de estos cuatro no haya viajado también más tarde a Bruselas. De los otros dos restantes, Clara Ponsatí y Lluís Puig hay menos información, aunque a la primera se la sitúa en Escocia.

Este es el cuadro en estos momentos a la espera de la comparecencia pública del president este martes en Bruselas, anunciada para las doce y media del mediodía.

Hasta entonces, tres reflexiones. La primera, la fragilidad de la República proclamada el viernes en el Parlament. A estas alturas, es obvio que no se han dado pasos y no se van a dar para que cobre vida con medidas efectivas y reales sobre los ciudadanos. Su defensa por parte del independentismo, en todo caso, tiene que ver con mantener las posiciones y resistir y no con seguir avanzando. Govern, PDeCAT, Esquerra y las entidades soberanistas parecen estar de acuerdo en privado con este análisis.

En segundo lugar, el exilio. En el mundo independentista hay visiones diferentes al respecto. La presentación de la querella ha hecho mucho daño en algunos miembros del Govern. Y hay una incerteza alta sobre cual sería la posición final de la justicia belga, que es la que se tendría que pronunciar. Si se da el paso, no es lo mismo que se conceda que se rechace. El primer caso acabaría teniendo consecuencias en la política europea y reforzaría la imagen de una justicia politizada en España. ¿Pero y si es rechazada la petición de asilo?

Finalmente, cómo se combinan los tres escenarios República, exilio y elecciones. En muy pocas fechas, la dinámica en Catalunya será electoral y a los comicios concurrirán Esquerra y PDeCAT. ¿Piensa ir Puigdemont a las elecciones? ¿Y los dos Jordis van a estar en las candidaturas que se formen? ¿La CUP, inicialmente reacia, va a aceptar presentarse, para que sus votos no acaben perdiéndose o yendo a alguna fuerza no independentista? En cualquier tipo de debate vale la pena ordenar las carpetas que se abren y en este momento tan complicado de la vida de Catalunya, muchas veces uno tiene la sensación que lo urgente acaba imponiéndose a lo importante.