Una décima más de déficit. Nada más. ¡Y gracias! Esta fue la única concesión de la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría y el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, a los consejeros de Economía de las comunidades autónomas. Para Catalunya supondrá unos 220 millones más de margen de déficit al pasar del 0,5% previsto al 0,6%, muy lejos del 1,18% que le corresponde a la Generalitat, según los cálculos de su vicepresidente, Oriol Junqueras.

El Consejo de Política Fiscal y Financiera es un organismo curioso. El ministro de Hacienda, en este caso acompañado por la vicepresidenta, en su calidad de flamante ministra de Administraciones Territoriales, reúne a los consejeros de Economía de las comunidades autónomas y les informa sobre cual es su decisión. A continuación se produce un turno de palabras en el que intervienen todos los que desean hacerlo y, finalmente, se vota. Eso sí: el resultado sólo tiene importancia política ya que el voto del ministerio vale más que el de todas las autonomías juntas. Es algo parecido a un juego con las cartas marcadas, donde el crupier siempre puede cambiar las que no le gustan de los demás participantes y, obviamente, acaba ganando siempre.

Junqueras, que conoce de sobras cómo acaban estas reuniones, dejó dichas dos cosas: la primera, que estaba en contra del criterio de déficit; y, la segunda, que en la agenda catalana estaba el referéndum de independencia. SSS y Montoro callaron pero así lo recogerán las actas de la reunión. Lo sorprendente es que hayan podido jugar tantos años sin que nadie se levantara de la mesa. Y eso, pese a las lágrimas de los consejeros de Economía ante el mal trato de Montoro. Pero PP y PSOE ya se habían puesto de acuerdo. Una décima, y para casa.