Miedo: sensación de angustia provocada por la presencia de un peligro real o imaginario.
El historiador romano Tito Livio, que concebía la historia desde un punto de vista moral y que contó con el favor del emperador Augusto en los primeros años de la era cristiana, escribió que el miedo siempre está dispuesto a ver las cosas peor de lo que son. Viendo el juicio del 9-N, que se desarrolla en el Tribunal Superior de Justícia de Catalunya y que pretende esclarecer si hubo o no delito del expresident de la Generalitat Artur Mas y de las exconselleras Joana Ortega e Irene Rigau en aquel proceso participativo, uno queda rápidamente imbuido de conceptos como "delito", "acción ilegal", "desobediencia", "prevaricación", "saltarse la ley"... consideraciones todas ellas nada tranquilizadoras para el común de los mortales. Debe ser normal, y seguramente también uno de los efectos buscados por el Estado, que, además de un juicio a unos políticos, sea un espejo en el que puedan llegar a verse decenas, cientos o miles de personas, muchos de ellos funcionarios, ante el referéndum de independencia que quiere llevar a cabo el actual Govern.
La newsletter del influyente diario norteamericano Politico, refiriéndose al juicio a Mas, Ortega y Rigau, explicaba a sus lectores, para que entendieran mejor las excepcionales circunstancias que han sentado en el banquillo de los acusados a tres gobernantes, y como culminación de un proceso participativo en el que inicialmente y por unanimidad los fiscales del TSJC consideraron que no había delito, que "no era algo que uno espera ver en Europa". No parece su análisis fruto de la influencia de los independentistas pero es obvio que tampoco bebe del prestigio que pueda tener la prensa impresa en Madrid que, más que informar o haber puesto a trabajar a equipos de investigación, parece que en este juicio se mueva por revelaciones. O no.
Y si no ¿como se explica que el titular grande de la portada y que ocupa más de la mitad de la primera página sea "Veredicto por unanimidad" y se detalle a continuación que tanto el presidente del TSJC, Jesús María Barrientos, como los magistrados Carlos Ramos y Eduardo Rodríguez tienen la misma opinión sobre la sentencia?. Condenatoria, claro está. Y eso, el primer día del juicio y en medio de insinuaciones nada veladas de los acusados sobre si es también un juicio político. Quizás sea uno de sus habituales globos sonda, o un intento de presionar al tribunal. O una cosa mucho más simple: una revelación. Y frente a esto no hay periodista que solo con su trabajo, por muy buenas fuentes que tenga, pueda llegar a esta conclusión.